viernes, 30 de diciembre de 2011

Jesús en medio (¿de?)

Jesús, al decir: Donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre yo estoy presente en medio de ellos (Mt 18.29, no solamente nos está asegurando su presencia, sino que también nos está sugiriendo que lo invitemos:
Yo estoy junto a la puerta y llamo: si alguien oye mi voz y me abre entraré…  Ap 5.20
Al invitarlo o ponernos en su presencia, por el acto de fe se dispone a nuestro servicio (a lavarnos los pies: Jn 13.5) con amor y esperando ansiosamente que le demos una oportunidad. Es como si nos dijera: ¿Que quiere que haga por ti?  Lc 18.41
Me pregunto: ¿cuántos ponen a Jesús “en medio” en todas y cada una de las circunstancias de la vida?  Es lo mismo que decir; vivir en una presencia activa, interactuando con Él.
Como todas las cosas de Dios, el poner a Jesús en medio es un hecho que hasta pareciera trivial, pero dentro del misterio de la fe tiene un significado profundo, es: hacerlo Señor de nuestra vida (otorgarle autoridad sobre ella), que de hecho implica un acto de humildad, adoración, alabanza, y mucho más…
La presencia de Jesús en nuestra vida se manifiesta activamente construyendo el amor, la unidad, brindando paz, gozo, alegría, etc., y con su Providencia dispone todas las cosas para el bien.  Rom 8.28

Sanación de la falta del amor conyugal
Testimonio*
Con motivo del nacimiento de un hijo visité a una amiga hace unos meses. En la conversación me dijo que en su matrimonio hay amor, pero que su esposo es afectuosamente poco demostrativo. Le expresé que eso se debe a las carencias afectivas que tuvo por parte de su madre y que ella me confirmó.
Como es una joven de oración y con docilidad espiritual, en una manifestación misericordiosa surgida de nuestra comunión espiritual, espontáneamente me surgió una pregunta que le expresé así: ¿por qué no ponés a Jesús en medio de tus relaciones sexuales?
Le expliqué detalladamente todo lo que espiritualmente interpretaba sobre ello y lo compartió plenamente en un mismo espíritu.
Esto es el resultado de una convicción profunda, que surgió en tiempo y forma que el Señor en su Providencia dispuso.
Cuando llegué a casa me quedé pensando en este hecho, de lo que el Señor podría llegar a realizar a través de este acto de fe y como reacción en cadena con “todos” los matrimonios en los que incluyan a Jesús “en medio”.
Conociendo su disponibilidad y docilidad espiritual, posteriormente le pedí que en el tiempo que ella y el Señor dispongan, escriba su testimonio, para todos los matrimonios con problemas.
Como soy respetuoso de cómo el Señor obra en los corazones, esperé su llamado. Ya me había olvidado del tema, cuando cinco meses después, en forma providencial se dio que pasara a saludarla en su trabajo.
Allí me testimonió que el Señor había hecho una sanación en la relación con su esposo y lo estaba testimoniando con alguna de sus clientas. También me invitó a pasar por su casa a retirar el testimonio escrito que le adjunto.
Si bien este no es muy explícito, no insistí en ello por respeto a su pudor y por la misma delicadeza que se requiere cuando se trata con los sentimientos del corazón, que es el sagrario donde habita Dios.
Mis palabras tratan de completar lo que ella no hace tan explícitamente, pero que en su espíritu confirman las mías.
Hoy el demonio está destruyendo matrimonios y vidas en forma dramática. Este testimonio nos muestra el deseo de Dios en poner un freno y la oportunidad de conversión para las personas que decidan vivir su fe.
Pongo como guía a modo de sugerencia la oración que se encuentra en La Palabra a través de Tobías
¡Bendito seas, Dios de nuestros padres, y bendito sea tu Nombre por los siglos!  ¡Que te bendigan los cielos y todas tus criaturas por los siglos!  Tú creaste a Adán e hiciste a Eva, su mujer, para que le sirviera de ayuda y de apoyo, y de ellos dos nació el género humano. Tú mismo dijiste: No conviene que el hombre esté solo. Hagámosle una ayuda semejante a él. Yo ahora tomo por esposa a esta hermana mía, no para satisfacer una pasión desordenada, sino para construir un verdadero matrimonio. ¡Ten misericordia de ella y de mí, y concédenos llegar juntos a la vejez!  Tob 8.5-7
Siempre es mejor la que suscite el Espíritu Santo, porque Dios tiene una relación personal con cada uno de sus hijos.
*Carta del 30-07-2007 dirigida a Carlos Lovotti, Director de la revista Resurrección, Edit. Kyrios, publicada en edic. Nº 177 de octubre del 2007, pag. 9, con el título: Amar hasta que duela.  

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