viernes, 30 de diciembre de 2011

(Los desafío,) Pónganme a prueba Mal 3.10

Nuestra querida Iglesia Católica trasmite con fidelidad el mensaje evangélico de Cristo.  Este mensaje está fundamentado en las enseñanzas a través de los profetas, las costumbres y tradición, todo el antiguo y el nuevo Testamento y particularmente, en la Persona de Jesucristo, para hacernos conocer el amor misericordioso que el Padre tiene por cada uno de sus hijos y  nos muestra el camino para que podamos llegar a él.
También nos dio a conocer los atributos de su divinidad, uno de los cuales es la Providencia y que nuestra querida Iglesia a veces omite o soslaya.  Esto no justifica que a los cristianos no se les enseñe uno de los atributos que hacen a la esencia del amor de Dios.
Un testimonio de este atributo es el que muestran nuestros hermanos protestantes con la práctica del diezmo.
A través del profeta Malaquías, Dios habla de las bendiciones y maldiciones de quiénes lo obedecen o no: 
Ustedes se han apartado de mis preceptos, como se apartaron sus antepasados, y no han querido obedecerlos.  Yo, el Señor todopoderoso, les digo:  ¡Vuélvanse a mí y yo me volveré a ustedes!  Pero ustedes dicen:  ¿Por qué hemos de volvernos a ti?  Y yo pregunto: ¿Acaso un hombre puede defraudar a Dios?  ¡Pues ustedes me han defraudado!  Y todavía preguntan:  ¿En qué te hemos defraudado?  ¡En los diezmos y en la ofrendas me han defraudado!  Sí, toda la nación, todos ustedes, me han defraudado, y por eso voy a maldecirlos.  Yo, el Señor todopoderoso, les digo:  Traigan su diezmo al tesoro del templo, y así habrá alimentos en mi casa.  Pónganme a prueba en eso, a ver si no les abro las ventanas del cielo para vaciar sobre ustedes la más rica bendición.  No dejaré que las plagas destruyan sus cosechas y sus viñedos.  Todas las naciones les llamarán dichosos, porque ustedes tendrán un país encantador.  Yo, el Señor todopoderoso, lo he dicho.  Mal 3.7-12
Este pedido, en la forma que esta expresado implica un desafío para que hagamos una opción de fe, que a su vez es un acto de confianza en su palabra.  El desafío se concreta donde dice:  Pónganme a prueba en eso, a ver si no les abro las ventanas del cielo para vaciar sobre ustedes la mas rica bendición.
Al hacer este acto de amorosa confianza, implícitamente estamos autorizando a que la Divina Justicia pueda manifestarse misericordiosamente en su Divina Providencia.  Dios desea beneficiarnos a cada uno y a través nuestro, ser su mano providencial que se extiende a todos nuestros hermanos.
También nos pide que haciendo uso de nuestra libertad, nos asociemos a su proyecto providencial tomando la iniciativa de solidarizarnos con las necesidades de cada uno y de todos ellos.
…porque tuve hambre y me dieron de comer, desnudo y me vistieron…  Los justos les responderán:  Señor, cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer, desnudo y te vestimos? Y el Rey les responderá:  Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo.  Mt 25.35-40
Den, y se les dará.  Les volcarán sobre el regazo una buena medida, apretada, sacudida y desbordante.  Porque la medida con que ustedes midan también se usará para ustedes.  Lc 6.38
La generosidad de la recompensa divina está expresada con la imagen gráfica de la “medida”, es decir del recipiente empleado como unidad de volumen.  Esta “medida” era llanada con granos, luego se la apretaba y se la sacudía, se la colmaba hasta desbordad y se la vaciaba en los pliegues de la túnica, que servían a modo de un gran bolsillo.
22  No se inquieten por la vida, pensando qué van a comer, ni por el cuerpo con qué se van                                     a vestir.
24  Fíjense en los cuervos:  no siembran ni cosechan, no tienen despensa ni granero, y Dios los alimenta.  ¡Cuánto más valen ustedes que los pájaros!
27  Fíjense en los lirios:  no hilan ni tejen; sin embargo, les aseguro que ni Salomón, en el esplendor de su gloria, se vistió como uno de ellos.
28  Si Dios viste así a la hierba, que hoy está en el campo y mañana es echada al fuego, ¡cuánto más hará por ustedes, hombre de poca fe!
29  Tampoco tienen que preocuparse por lo que van a comer o beber; no se inquieten,     30   porque son los paganos de este mundo los que van detrás de esas cosas.  El Padre sabe que ustedes las necesitan.
31  Busquen más bien su Reino, y lo demás se les dará por añadidura.
32  No temas, pequeño Rebaño, porque el Padre de ustedes ha querido darles el Reino.  Lc 12.22, 24, 27-32

22  No se inquieten = no duden por falta de fe.
29-30  Al preocuparnos, por la falta de fe de hecho nos convertimos en paganos.         Definición de la palabra preocupación: pre (antes) = ocuparse antes de que un hecho o circunstancia suceda (también se da con respecto al pasado).  No se puede estar simultáneamente en el presente (o pasado) y en el futuro.  Si nos ocupamos de lo relacionado con el día de mañana, dándole igual o mayor importancia que lo relacionado en el día de hoy, nos estamos pre-ocupando.  Otra definición:  falta de confianza en el amor providente de Dios (Dios dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman. Rom 8.28), respecto a todas las circunstancias de nuestra vida.
31  Buscar su Reino, se refiere a hacerlo reinar en nuestro corazón y en “toda” nuestra vida, que incluyen pensamientos, decisiones y acciones.  El tema económico no tampoco debería estar excluido, por el contrario su reinado se efectiviza en el diezmo.  Al decir que “todo” lo demás se nos dará por añadidura, nos está afirmando, que ese “todo” está condicionado a que le permitamos su reinado en nosotros.
32  Nuestro Padre ha querido darnos el Reino, es su gran deseo concretado en Jesús.  Todo el Reino, no una parte, sino su totalidad y para cada uno.  Como todo padre Dios tiene infinito gozo en dar, porque ese dar, se da él mismo, todo su Ser.          
Si abrimos el corazón a Cristo ( Yo estoy junto a la puerta y llamo: si alguien oye mi voz y me abre entraré en su casa  Ap 3.20) y permitimos que reine en toda nuestra vida, una de sus manifestaciones es el desprendimiento de todos nuestros bienes: materiales y espirituales.  Este desprendimiento es espiritualmente necesario para mantenernos en humildad y docilidad espiritual para poder escuchar a Dios.
A través de la generosidad en el desprendimiento del bien que será motivo del diezmo, somos probados en el amor.  También se suma a ello el deseo de cumplir con este pedido de Dios, hasta llegar a identificarse con él como si fuera una intención propia.  Esto libera la Divina Providencia, para manifestarse en justicia y por misericordia.               
Que cada uno dé conforme a lo que ha resuelto en su corazón, no de mala gana o por la fuerza, porque  Dios ama al que da con alegría.  2Cor 9.7
Muchos sacerdotes no creen en la Divina Providencia, por este motivo hacen proyectos y organizan distintas formas de recaudación que van contra el espíritu del amor providencial que desea derramarse:  ¡Ay de los hijos rebeldes, que hacen planes sin contar conmigo, que hacen proyectos contrarios a mi espíritu!.  Tendí mis manos incesantemente hacia un pueblo rebelde, que va por un mal camino, tras sus propios designios.  Is 30.1; 65.2
Es un desprecio a su amor que desea ser derramado sobre todos sus hijos y con mucha mayor razón aún, sobre los “hijos predilectos” de la Santísima Virgen, como le reveló en sus mensajes al Padre Esteban Gobbi, fundador del Movimiento Sacerdotal Mariano.
La malversación de los dineros del pueblo, por parte de los distintos gobiernos, crea una conciencia de evasión fiscal en el pago de impuestos y obligaciones impositivas.
La falta de mantenimiento y abandono en el que se encuentran algunos templos y capillas, la vida ostentosa de algunos sacerdotes y el ver que los recursos económicos no se priorizan para la casa del Seño, de la misma manera produce una falsa justificación, para no cumplir con el mandato de Dios.
La obligación de pagar impuestos (Den al César lo que es del Cesar. Mt 22.21), es independiente del mal uso que el gobierno haga de él.  Su irresponsabilidad, no exime la nuestra.  Esperamos que el gobierno bride los servicios básicos para todo el país:  salud, educación y seguridad.  Cuando su ineficiencia compromete los servicios, reclamamos con legítimo derecho por haber pagado los impuestos.  Si fuéramos evasores, no tendríamos ningún derecho para el reclamo.
El diezmo no es para la Jerarquía de la Iglesia, sino para el Señor (…y a Dios lo que es de Dios. Mt 22.21) a través de su representante, u otro que ocupe su lugar.  Si no le damos el diezmo a Dios, estamos demostrando en los hechos que “no confiamos” en él.  ¿Cómo pretendemos que Dios nos ayude cuando no lo dejamos manifestarse providencialmente en nuestras vidas según su naturaleza y forma de actuar?  ¿Cómo pretendemos que Dios debería beneficiarnos?  Según nuestro miope criterio, ¿deberíamos hacer una lista y él debería obedecer a nuestro pedido, como el niño con respecto a los Reyes Magos, o Santa Claus?
Somos graciosos y Dios se ríe de nosotros, pero también sufre por este desprecio a su amor.    

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