viernes, 30 de diciembre de 2011

El capital y la propiedad del hombre

¿Alguna vez nos detuvimos a pensar cual es nuestro capital humano?  Algunos opinan:  la salud, vida, felicidad, etc.
Así como el económico permite y facilita la actividad comercial e industrial, de la misma manera el tiempo cronológico permite a la condición humana, desarrollar el proyecto de Dios, en su ciclo biológico.
Una persona que recibe una herencia, supongamos, de 85 mil dólares, si no lo invierte en una actividad productiva, en el transcurso del tiempo consumirá todo el capital.
De la misma manera pasa, si recibimos una vida, supongamos, de 85 años, que no podemos incrementar, pero si disminuir.
Estos años de vida, es el capital humano que Dios nos otorga, para concretar el proceso de salvación-redención en cada uno, todos sus hijos.
Había un rico, cuyas tierras habían producido mucho, y se preguntaba a si mismo:  ¿Qué voy a hacer?  Voy a hacer esto:  construiré otros graneros mas grandes y amontonaré allí todo mi trigo y mis bienes, y diré a mi alma:  Alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe y date buena vida.  Pero Dios le dijo:  Insensato, esta misma noche vas a morir.  ¿Y para quién será lo que has amontonado?  Esto es lo que sucede al que acumula riqueza para sí y no es rico a los ojos de Dios.  Lc 12.16-21
No acumulen tesoros en la tierra. Acumulen, en cambio tesoros en el cielo.  Mt 6.19-20
Esto requiere responsabilidad en nuestra colaboración a este proyecto.  Por medio de la fe debemos intercambiar con Dios el tiempo cronológico acompañado con sus obras, por el eterno.  Esto se logra depositando en el “banco” de la Divina Providencia, donde cada segundo, cuando está “ofrecido con amor”, tiene un valor infinito.  El valor que le otorga Dios.
Este capital humano nos permite ser “acreedores” de la vida eterna, porque la economía de Dios difiere conceptualmente del criterio humano, donde el mérito está en lo cuantitativo.  Para él, está en lo cualitativo:  Acumulen un tesoro inagotable en el cielo, donde no se acerca el ladrón ni destruye la polilla.  Lc 12.33
No nos desanimemos:  aunque nuestro hombre exterior se vaya destruyendo, nuestro hombre interior (espíritu) se va renovando día a día.  2Cor 4.16
Dentro de la Iglesia Católica tenemos el testimonio de la canonización como santos a muchos niños y jóvenes, que llegaron a la “plenitud de edad en Cristo”.
Dios tiene un proyecto para cada uno y si fuéramos dóciles al Espíritu Santo, llegaríamos a cumplir su proyecto y adquirir el derecho a participar de su gloria, con todo lo que ello implica, en la juventud física, según nuestro tiempo cronológico.
El rechazo a las sugerencias amorosas del Espíritu Santo, impiden aceptar el amor misericordioso de Dios.
Ante esta adoración del ego y rechazo de Dios, la Divina Justicia algunas veces permite una vida más prolongada y en otras acorta el tiempo, lo abrevia:
1.Dar tiempo para su conversión (cambio de conducta).
2.Completar con méritos o sufrimientos para quedar justificados ante la Divina Justicia, por la Divina Misericordia, tratando de disminuir en lo posible la pena en el purgatorio.
3.Que goce humanamente en la tierra, lo que no gozará en el cielo, porque pese a Dios mismo, el hombre no puede salvarse si no lo quiere.  Dios no puede violentar nuestra libertad, es un límite que se impuso a si mismo, para que esta sea la única llave que acceda al mérito ante su divinidad.
También existe el imponderable, en el que la única justificación está en la misericordia de Dios, que incluye a las víctimas por muertes accidentales, violentas y por cualquier motivo, incluyendo a los suicidios (aunque no todos), a los que él “pueda” justificar.
Para un pez que vive en una pecera, su elemento vital es el agua, del cual extrae el oxígeno para respirar por medio de las branquias.  Considera natural para él que todo el mundo sea un mar infinito, no podría pensar lo contrario.  Si lo sacamos del agua se muere por asfixia, porque no puede extraer el oxígeno del aire.
De la misma manera lo es para nosotros el tiempo cronológico, nuestro elemento vital, indispensable para el desarrollo en el plano de la dimensión físico-biológico.
También, lo que para nosotros es el pez en la pecera, lo es nuestra realidad para Dios.  Para él no existe el tiempo, al menos  como lo conocemos, o lo que podamos imaginar sobre el, porque es un misterio y como todo misterio solo conocemos lo que Dios quiere revelar.
Yo anuncio el final desde el comienzo y desde mucho antes.  Así hablé, y así haré que suceda, tracé un plan, y lo voy a ejecutar.  Is 46.10-11
En realidad, las obras de Dios estaban concluidas desde la creación del mundo (Heb 4.3).  Cuando Dios dijo:  “Hágase”, en ese instante comenzó y finalizó “toda” la creación y salvación-redención.  No fue un proceso evolutivo como lo es para nosotros, sino un hecho instantáneo.  Esto al insertarse en el orden regido por las leyes de la física comenzó un proceso que lleva millones de años y se está acercando inexorablemente a completar este proyecto.
La vida, muerte, salud, enfermedad, riqueza, pobreza, etc.,  todo viene de él, ha sido por él y es para él (Rom 11.36), por otra parte, ¿qué tienes que no hayas recibido?  1Cor 4.7
La propiedad, la única propiedad del hombre, que adquiere para si mismo, es el pecado:  El rencor y la ira son abominables, y ambas son patrimonio del pecador.  Ecli 27.30
Si un hombre mantiene su enojo contra otro, ¿cómo pretende que el Señor lo sane? (Ecli 28.3), pero si se ofrece a Dios como ofrenda fruto del amor, por los méritos de Cristo se transforman en moneda de cambio para la salvación.
Esta propiedad es la que condiciona favorable o desfavorablemente para que se cumpla nuestro tiempo cronológico (La envidia y la ira acortan la vida Ecli 30.24), según el proyecto original de Dios.
Cuando alguien nos hiere y nos apegamos a esta herida no podemos amar.  Interponemos un muro protector entre esa persona y nosotros:  este muro se extiende hacia todas las personas.
El perdón capacita para amar y crecer, tanto a quién lo otorga como a la persona que lo acepta.  Nos reconcilia con los demás, cura el espíritu y también el cuerpo     

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Bienvenidos

Bienvenidos a Luz del Espíritu Santo.