viernes, 30 de diciembre de 2011

El llamado al amor

Que cada uno permanezca en el estado en que se encontraba cuando Dios lo llamó.  El que era esclavo cuando el Señor lo llamó, ahora es un hombre libre en el Señor; de la misma manera, el que era libre cuando el Señor lo llamó, ahora es un esclavo de Cristo.  1Cor 7.20, 22
En el matrimonio, cuando existe amor verdadero se produce una relación de dependencia afectivo-emocional como una esclavitud, pero no se siente de esa manera porque no existe un sometimiento, sino un servicio esclavizante motivado por amor:  María dijo:  Yo soy la servidora del Señor.  Lc 1.38
¡Ustedes han sido redimidos y a que precio!  No se hagan esclavos de los hombres.  Hermanos que cada uno permanezca delante de Dios en el estado en que se encontraba cuando fue llamado.  1Cor 7.23-24
¿Estás unido a una mujer (hombre)?  No te separes de ella (el).  ¿No tienes mujer?  No la busques.  Los que se casan sufrirán tribulaciones en su carne que yo quisiera evitarles.  El que tiene mujer se preocupa de las cosas de este mundo, buscando como agradar a su mujer, y así su corazón está dividido.  1Cor 7.27-28, 33-34
El amor providente de Dios nos regala los alimentos y el goce de los sentidos como un estímulo vital en el crecimiento espiritual.  De esta manera, debemos ver al sexo como un elemento complementario y privilegiado en la escuela del amor humano.
El  amor alimenta el fuego de la pasión, su manifestación y expresión más completa se concreta en el lecho conyugal, donde por el sacramento, la donación mutua se transforma en ofrenda grata a los ojos de Dios.
El sexo como signo del amor humano-divino está mencionado en la Palabra:  Él me hizo entrar  en la bodega (lecho nupcial) y enarboló sobre mí la insignia del Amor.  Cant 2.4
¡Que hermosa eres, amada mía, que hermosa eres!  Esta es una declaración del amor de Dios por el alma humana y está en el libro Cantar de los Cantares.  Lee el capítulo cuatro.
Yo duermo, pero mi corazón vela:  oigo que mi amado golpea.  ¡Ábreme, hermana mía, mi amada, paloma mía, mi preciosa! (Cant 5.2).  Yo estoy junto a la puerta y llamo:  si alguien oye mi voz y me abre, entraré en su casa y cenaremos juntos.  Ap 3.20
Pero, si buscas solamente sexo, es pretender reemplazar la comida por el postre.  Se puede reemplazar una comida, pero, ¿se puede alimentar exclusivamente con el postre?.  El postre puede llenar, pero no alimenta lo suficiente, de la misma manera lo es el sexo:  En mi lecho, busqué al amado de mi alma.  ¡Lo busqué y no lo encontré! (Cant 3.1).  Si alguien ofreciera toda su fortuna a cambio de amor, tan solo conseguiría desprecio.  Cant 8.7

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