viernes, 30 de diciembre de 2011

Israel en el designio de salvación

Apocalipsis es una palabra griega que significa revelación.  Esta revelación comienza con el profeta Abraham (Gn 13.14-16), continúa con todos los profetas y culmina con Cristo en los Evangelios, específicamente en el último libro  de la Biblia y que fueron confiadas al apóstol Juan, que la definió así:  Revelaciones de Jesucristo, que le fue confiada por Dios para enseñar a sus servidores lo que tiene que suceder pronto.  Ap 1.1
La guerra contra Israel es un castigo que el mismo pueblo se originó y se debe<.
-El rechazo a Cristo, quién fue anunciado por todos los profetas.
-Cuando el pueblo le pide a Pilatos la muerte de Cristo, dice:  Que su sangre caiga sobre nosotros y nuestros hijos.  Mt 27.25
Esta sangre por ser la de un Dios Vivo, hoy está “haciendo” justicia por si misma.  Este castigo no proviene de Dios, sino que es la consecuencia del quebrantamiento de las leyes espirituales, que son eternas, inmutables y justas.
Dios desea y está dispuesto a perdonar, pero esto exige arrepentimiento y la apertura del corazón para que Cristo pueda obrar en él.
Ellos son israelitas:  a ellos pertenecen la adopción filial, la gloria, las alianzas, la legislación, el culto y las promesas.  Rom 9.4
Esto es lo que dice Dios por medio de Oseas:  Al que no era mi pueblo, lo llamaré Mi pueblo, y a la que no era mi amada la llamaré Mi amada.  A su vez, Isaías proclama acerca de Israel:  Aunque los israelitas fueran tan numerosos como la arena del mar, sólo un resto se salvará, porque el Señor cumplirá plenamente y sin tardanza su palabra sobre la tierra.  Y como había anticipado el profeta Isaías:  Si el Señor del universo no hubiera dejado un germen, habríamos llegado a ser Sodoma, seríamos semejantes a Gomorra.  ¿Qué conclusión sacaremos de todo esto?  Que los paganos que no buscaban la justicia, alcanzaron la justicia, la que proviene de la fe; mientras Israel, que buscaba una ley de justicia, no llegó a cumplir esa ley.  ¿Por qué razón?  Porque no recurrieron a la fe sino a las obras.  De este modo chocaron contra la piedra de tropiezo (Cristo), una roca que hace caer, pero el que cree en él no quedará confundido.  Rom 9.25-33
Yo atestiguo a favor de ellos que tienen celo por Dios, pero un celo mal entendido.  Porque desconociendo la justicia de Dios y tratando de afirmar la suya propia, rehusaron someterse a la justicia de Dios, ya que el término de la Ley es Cristo, para justificación de todo el que cree.  Rom 10.2-4
Pero vuelvo a preguntarme:  ¿Es posible que Israel no haya comprendido?  Ya lo dijo Moisés:  Yo los pondré celosos con algo que no es mi pueblo, los irritaré con una nación insensata.  E Isaías se atreve a decir:  Me encontraron los que no me buscaban y me manifestaré a aquellos que no preguntaban por mí.  De Israel, en cambio, afirma:  Durante todo el día tendí mis manos a un pueblo infiel y rebelde.  Rom 10.19-21
Yo me pregunto entonces:  ¿El tropiezo de Israel significará su caída definitiva?  De ninguna manera.  Por el contrario, a raíz de su caída, la salvación llegó a los paganos, a fin de provocar los celos de Israel.  Ahora bien, si su caída enriqueció al mundo y su disminución a los paganos, ¿qué no conseguirá su conversión total?, les aseguro que en mi condición de apóstol de los paganos, hago honor a mi ministerio provocando los celos de mis hermanos de raza, con la esperanza de salvar a alguno de ellos.  Porque si la exclusión de Israel trajo consigo la reconciliación del mundo, su reintegración, ¿no será un retorno a la vida?  Rom 11.11.15
Hermanos, no quiero que ignoren este misterio, a fin de que no presuman de ustedes mismos:  el endurecimiento de una parte de Israel durará hasta que haya entrado la totalidad de los paganos.  Y entonces todo Israel será salvado, según lo que dice la Escritura:  De Sión vendrá el Libertador.  El apartará la impiedad de Jacob.  Y esta será mi alianza con ellos, cuando los purifique de sus pecados.  Rom 11.25-27
Caerán a filo de espada, serán llevados cautivos a todas las naciones, y Jerusalén será pisoteada por los paganos, hasta que el tiempo de los paganos llegue a su cumplimiento.  Lc 21.24
Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones no se alarmen; es necesario que esto ocurra antes, pero no llegará tan pronto el fin.  Se levantará nación contra nación y reino contra reino.  Habrá grandes terremotos; peste y hambre en muchas partes; se verán fenómenos aterradores y grandes señales en el cielo.  Lc 21.9-11
Cuando vean en el Lugar santo la Abominación de la desolación, de la que habló el profeta Daniel, el que esté en la azotea, no baje a buscar sus cosas, y el que esté en el campo, que no vuelva a buscar su manto.  Porque habrá entonces una gran tribulación, como no la hubo desde el comienzo del mundo hasta ahora, ni la habrá jamás.  Y si no fuera abreviado este tiempo, nadie se salvaría; pero será abreviado, a causa de los elegidos.  Mt 24.15-22
¿Qué es la Abominación de la desolación?  Pablo la describe de esta manera:
Que nadie se engañe de ninguna manera, porque antes tiene que venir la apostasía y manifestarse el hombre impío el Ser condenado a la perdición, el Adversario, el que se alza con soberbia contra todo lo que lleva el nombre de Dios o es objeto de culto, hasta llegar a instalarse en el Templo de Dios, presentándose como si fuera Dios.  La venida del impío será provocada por Satanás y estará acompañada de toda clase de demostraciones de poder, de signos y falsos milagros, y de toda clase de engaños perversos, destinados a los que se pierden por no haber amado la verdad que los podía salvar.  2Tes 2.3-4, 9-10
El cuarto Ángel derramó su copa sobre el sol, y se le permitió quemar a los hombres con fuego; los hombres fueron abrasados por un calor ardiente.  Ap 16.8-9
Esto es una clara alusión a los efectos de una explosión atómica.
Inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, la luna dejará de brillar, las estrellas caerán del cielo y los astros se conmoverán.  Mt 24.29
Los pueblos serán presa de la angustia ante el rugido del mar y la violencia de las olas.  Los hombres desfallecerán de miedo por lo que sobrevendrá al mundo.  Lc 21.25-26
Y hubo relámpagos, truenos y un violento terremoto como nunca había sucedido desde que los hombres viven sobre la tierra.  La gran Ciudad se partió en tres y las ciudades paganas se derrumbaron.  Todas las islas desaparecieron y no se vieron más las montañas.  Cayeron del cielo sobre los hombres piedras de granizo que pesaban unos cuarenta kilos.  Ap 16.18-21
Entonces apareció en el cielo la señal del Hijo del hombre.  Mt 24.30
Y vendrá el Señor, mi Dios y todos los santos con él.  Aquel día, no habrá más astros luminosos, frío ni hielo.  Será un día único y no habrá día ni noche, sino que al anochecer habrá luz.  El Señor será rey sobre toda la tierra.  Y el Señor castigará a todos los pueblos que hayan hecho la guerra contra Jerusalén con esta plaga:  hará que se pudra su carne cuando todavía estén de pie, sus ojos se pudrirán en sus órbitas y su lengua dentro de su boca.  Aquel día cundirá entre ellos un pánico enorme enviado por el Señor.  Y todos los sobrevivientes de todas las naciones que hayan luchado contra Jerusalén, subirán año tras año a postrarse delante del Rey, Señor de los ejércitos, y a celebrar la fiesta de las Chozas.  Zac 14.5-7, 9, 12, 13, 16
Si, yo voy a crear un cielo nuevo y una tierra nueva.  No quedará el recuerdo del pasado ni se traerá a la memoria, sino que se regocijarán y se alegrarán para siempre por lo que voy a crear.  Is 65.17-18         

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