La comunidad de cristianos que formaba la iglesia de Galacia era muy belicosa, por eso Pablo en su carta se dirigió a ellos en estos términos: Gálatas insensatos. Gal 3.1
Al no conocer el alcance real de esta palabra que no es frecuente en nuestro vocabulario, conceptualmente se la podría interpretar como un improperio. Nada más lejos de la realidad. Según el diccionario, es perder el buen juicio.
Los destinatarios de esta carta son los gálatas, pero para los cristianos de fe, la palabra de Dios tiene un mensaje personal, por consiguiente allí deberíamos colocar nuestro propio nombre.
Si antes teníamos buen juicio, ¿por qué lo perdimos? Aquí está el centro del mensaje que es una reconvención: ¿Llegaron al extremo de comenzar por el Espíritu, para terminar ahora en la carne? ¿Habrá sido en vano que recibieron tantos favores, obrando milagros el Espíritu entre ustedes? Gal 3.3-4
Al hacer la opción de fe, implícitamente asumimos ante Jesús el compromiso para aceptar que sea el Señor de nuestras vidas. El, que es el Camino, la Verdad y la Vida (Jn 14.6), nos da la gracia para que podamos avanzar en su camino, a través de la verdad y así llevarnos a la plenitud de la vida.
Esto exige generosidad que se concreta en las permanentes renuncias y desprendimientos de proyectos propios, para asumir los suyos, que siempre son opuestos a los nuestros: El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a si mismo, que cargue con su cruz y me siga. Mt 16.24
¿Qué significa renunciar a si mismo?, es renunciar a criterios (forma personal de interpretar «todas» las realidades de nuestra vida), proyectos, ideales, opiniones, etc.
Al no ser generosos nos colocamos en el extremo opuesto que es irreconciliable: egoísta, no intencionalmente pero si de hecho. Con ello nos convertimos en dioses de nosotros mismos, porque nos colocamos como centro, como referentes de nuestra propia existencia.
Nos guiamos con criterio humano y no de Dios, es decir nuestro propio criterio de lo que es el bien y el mal, al igual que la pretensión de Adán. Nos convertimos en jueces y jurado, poniendo medida para todo. Sofocamos al Espíritu, cayendo en la oscuridad.
Si Dios es la Verdad y “su Espíritu nos hace conocer toda la verdad” (Jn 16.13), el espíritu de la mentira es proporcionalmente opuesto y a través del error nos impide poder verla.
Al no poder ver la verdad por el orgullo (: tienen la mente enceguecida Mc 8.17) y caer en el espíritu del error, se pierde el buen juicio, es decir nos recibimos de insensatos.
Por este motivo, los que comenzaron su conversión por una invitación del Espíritu Santo, al caer en el espíritu del orgullo lo han sofocado, llegando a ser apóstoles al servicio de la insensatez.
Para mantener la sensatez, el Señor nos marca un camino: Así como el sarmiento no puede dar fruto si no permanece en la vid, tampoco ustedes, si no permanecen en mí. El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto porque separados de mí, nada pueden hacer. Jn 15.4-5
El que permanece en mí… Nuestros pensamientos, decisiones y acciones si lo hacemos con amor, por los méritos de Cristo dan frutos proporcionales a ese amor. En realidad es Dios el que hace todo lo que es bueno y perfecto en nosotros (Sant 1.17), para lo cual el Espíritu Santo obra en nuestro corazón. Únicamente por nuestra disponibilidad y docilidad hacia El, adquirimos los méritos ante Dios.
Pero el que no permanece en mí, es como el sarmiento que se tira y seca; después se recoge, se arroja al fuego y arde. Jn 15.6
Pero el que no permanece en mí… Muchos podrían decir: Señor, Señor, ¿acaso no profetizamos tu Nombre? ¿No expulsamos a los demonios e hicimos muchos milagros en tu Nombre? Entonces yo les manifestaré: Jamás los conocí, apártense de mí, ustedes, los que hacen el mal. Mt 7.22-23
A estos, el Señor les dice: Tendí mis manos incesantemente hacia un pueblo rebelde, que va por un mal camino, tras sus propios designios. ¡Ay de los hijos rebeldes, que hacen planes sin contar conmigo y que son contrarios a mi espíritu! Is 65.2; 30.1
Hoy mas que nunca el Señor nos dice: Cristianos insensatos, ¿habrá sido en vano que recibieron tantos favores? Gal 3.1, 4
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