Dios dijo: Que exista la luz y llamó Día a la luz y Noche a las tinieblas. Gn 1.3 Toda la creación es el resultado de la Palabra de Dios. La Palabra divina se cumple en forma inmediata y el efecto producido coincide con su pensamiento y voluntad: La palabra que sale de mi boca: ella no vuelve a mí estéril sino que realiza todo lo que yo quiero y cumple la misión que le encomendé. Is 55.11
Al principio existía la Palabra y la Palabra estaba junto a Dios y la Palabra era Dios. Al principio estaba junto a Dios. Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de lo que existe (Jn 1.1-3). Ella es la expresión de Dios, de su idea, la impronta* de su ser, que al asumir la condición humana en Jesucristo, trasmite toda la potencia de su divinidad. *Reproducción de imagen en hueco o relieve.
Tres testimonios del poder de la palabras de Jesús:
Se desató un fuerte vendaval. Despertándose, increpó al viento y dijo al mar: ¡Silencio! ¡Cállate! El viento se aplacó y sobrevino una gran calma. Mc 4.39
A la mañana temprano tuvo hambre, al ver una higuera se acercó, pero no encontró más que hojas. Entonces le dijo: Nunca volverás a dar fruto. Y la higuera se secó de inmediato. Mt 21.18-20
Al entrar en Cafarnaúm, se le acercó un centurión , rogándole: Señor mi sirviente está enfermo y sufre terriblemente. Y Jesús dijo al centurión: Ve y que suceda como has creído. Y el sirviente se curó en ese mismo momento. Mt 8.5-6, 13
La palabra si está motivada por el amor, lo construye, por el contrario si lo está por el orgullo, soberbia, egoísmo, envidia, odio, resentimiento, etc., por ser contrarios al amor, destruye la vida de la gracia y nos condena: Porque por tus palabras serás justificado y por tus palabras serás condenado. Mt 12.37
Jesús increpó al demonio: ¡Cállate! (Mc 4.39). Al leproso le dijo: Lo quiero, queda limpio (Mt 8.3), a la hija de Jairo: ¡Niña, yo te lo ordeno, levántate! (Mc 5.41), y al hijo de una viuda: Joven, yo te lo ordeno, levántate. Lc 7.14
Jesús “siempre” se dirige en forma imperativa, con autoridad (Lc 4.32), porque el poder otorga autoridad: Les he dado poder para caminar sobre serpientes y escorpiones y para vencer todas las fuerzas del enemigo; y nada podrá dañarlos. Lc 10.19
El mismo poder que tiene Jesús, lo quiere participar a todos nosotros, así lo confirma Juan: De su plenitud, todos nosotros hemos participado (Jn 1.16), confirmando las palabras de Jesús, donde dice: Les aseguro que el que cree en mí hará también las obras que yo hago y aún mayores. Jn 14.12
¿Mayores que las de Jesús? Utilizaré una ironía irrespetuosa a fin de resaltar la idea: ¿No se habrá equivocado, o ha tomado demasiado vino (Hch 1.13)?
Seguro que no es así, ¿entonces?:
-Al ser una afirmación, es una profecía que se cumplirá en tiempo y forma cuando lo estime la Divina Providencia.
-Es un hecho real y concreto según el proyecto de salvación, que incluirá medidas extraordinarias, inéditas para tiempos también inéditos en los que ya no habrá fe, para salvar los restos que queden de ella.
Dice Jesús*: Cuanto más santos seáis, tanto más seréis amados de mi Corazón y el Espíritu de Dios os iluminará mientras su bondad y poder llenarán vuestras manos con dones del cielo. Cuando los milagros sean pocos, entonces habrá que decir que la fe y la justicia languidecen, Dios está con quién lo ama. La señal de cómo mis fieles estarán en mí, será el número y potencia de prodigios que obrarán en mi Nombre para glorificar a Dios. Un mundo que no tenga milagros, sin calumniarlo se le podrá decir: Has perdido la fe y la justicia. Eres un mundo sin santos.
*Pág. 776 del tomo 11 de la obra El Hombre-Dios, de la mística María Valtorta, Centro Editoriale Valtortiano, Italia.
Este poder está concentrado en la Palabra: El evangelio es el poder de Dios, para la salvación de todos los que creen, ¡porque el Reino de Dios de Dios no es cuestión de palabras (sabiduría humana) sino de poder! Rom 1.16; 1Cor 4.20
El signo de admiración que en algunas traducciones no lo incluye, tiene un sentido espiritual: es como si se expresara con el tono de voz elevado y el rostro encendido (como alguien con ira), por el apasionamiento de una verdad que quema en el corazón y desea ser compartida y gozada.
Pablo nos dice: Mi palabra y mi predicación no tenían nada de la argumentación persuasiva de la sabiduría humana, sino que eran demostración del poder del Espíritu, para que ustedes no basaran su fe en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios. 1Cor 2.4-5
Por eso, no se preocupen de cómo van a hablar o qué van a decir: lo que deban decir se les dará a conocer en ese momento, porque no serán ustedes los que hablarán, sino que el Espíritu de su Padre hablará en ustedes. Mt 10.19-20
Si ustedes permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y lo obtendrán. La gloria de mi Padre consiste en que ustedes den fruto abundante. Jn 15.7-8
Nuestra gloria consiste en dar fruto, al no darlo le estamos robando la gloria a Dios para glorificarnos a nosotros mismos, esto es soberbia.
Para clarificar más este concepto Jesús nos dice: Y yo haré todo lo que ustedes pidan en mi Nombre para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Jn 14.13
Está expresando que nos utiliza como sus mensajeros privilegiados para glorificar al Padre. ¡Que responsabilidad y dignidad!
Para lograr esto es necesario que se pida con fe, sin vacilar, porque el que vacila se parece a las olas del mar levantadas y agitadas por el viento. El que es así no espere recibir nada del Señor, ya que es un hombre interiormente dividido e inconstante en su manera de proceder. Sant 1.6-8
Por este motivo cuando los apóstoles tuvieron la primer persecución contra la Iglesia, culminaron su oración de esta manera: Ahora, Señor, mira sus amenazas, u permite a tus servidores anunciar tu Palabra con toda libertad; extiende tu mano para que se realicen curaciones, signos y prodigios en el nombre de tu santo servidor Jesús. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo y anunciaban decididamente la Palabra de Dios. Hch 4.29-31
En la carta de Pablo a los cristianos de Éfeso, escribe una oración dirigida a Dios que Dice: Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, les conceda un espíritu de sabiduría. Que el ilumine sus corazones para que puedan valorar la extraordinaria grandeza del poder con que el obra en nosotros, los creyentes, por la eficacia de su fuerza. Este es el mismo poder que Dios manifestó en Cristo, cuando lo resucitó de entre los muertos. Ef 1.15-20
Pablo fue muy explícito donde dice: “espíritu de sabiduría” y que “ilumina sus corazones”, para que puedan valorar la “extraordinaria grandeza” del poder…
Es como si Dios nos quisiera capacitar para trabajar: en las torres trasmisoras de energía en las líneas de alta tensión, donde fluyen miles de voltios. Un error o imprudencia no solamente provoca la muerte instantánea por electrocución, sino que también afecta a bienes y vida de miles de personas.
Tomen la armadura de Dios, para que puedan resistir y mantenerse firmes (defensa) y la espada del Espíritu (para el ataque), que es la Palabra de Dios. Ef 6.13, 17
Jesús al rechazar las tentaciones del demonio utilizó la Palabra de las Escrituras. Esto nos está mostrando el “poder” de la Palabra de Dios y es el ejemplo a seguir.
El hombre se comunica con el corazón y a través de las palabras que salen de él. Con respecto a Dios pueden ser de queja y/o alabanza, y con respecto a los demás de caridad (amor entregado) y/o egoísmo.
Hermanos, no se quejen, para no ser condenados, porque El que ofrece sacrificios de alabanza, me honra de verdad. Sant 5.9; Sal 50.23
Al que escucha mis palabras y no las cumple, yo no lo juzgo porque no vine a juzgar al mundo, sino a salvarlo. El que me rechaza y no recibe mis palabras, ya tiene quién lo juzgue: la palabra que yo he anunciado es la que lo juzgará en el último día. Jn 12.47-48
Les aseguro que el que escucha mi palabra (se compromete con ella) y cree en aquel que me ha enviado, tiene Vida eterna y no está sometido al juicio, sino que ya ha pasado de la muerte a la Vida. Jn 5.24
El que me ama será fiel a mi palabra. Jn 14.23
El que conoce a Dios nos escucha, pero el que no es de Dios no nos escucha. 1Jn 4.6
El que es de Dios escucha las palabras de Dios; si ustedes no las escuchan es porque no son de Dios, sino que tienen por padre al demonio. El no tiene nada que ver con la verdad, porque es padre de la mentira. Les aseguro que el que es fiel a mi palabra, no morirá jamás. Jn 8.44-45, 47, 51
El que escucha a ustedes, me escucha a mí; el que los rechaza a ustedes, me rechaza a mí; y el que me rechaza, rechaza al que me envió. Lc 10.16
Pongan en práctica la Palabra y no se contenten con oírla, de manera que se engañen a ustedes mismos. El que oye la Palabra y no la practica, se parece a un hombre que se mira en el espejo, pero enseguida se va y se olvida de cómo es. En cambio, el que considera atentamente la Ley perfecta (el amor), que nos hace libres, y se aficiona a ella (y pone su corazón en ello), no como un oyente distraído (sino con amor) , será feliz al practicarla. Sant 1.22-25
No hay árbol bueno que dé frutos malos, ni árbol malo que dé frutos buenos: cada árbol se reconoce por su fruto. El hombre bueno saca el bien del tesoro de bondad que tiene en su corazón. El malo saca el mal de su maldad, porque de la abundancia del corazón habla la boca. Lc 6.43-45
Una persona crecida en la fe y que se deja conducir por el Espíritu Santo, cuando establece un diálogo con una persona, al hablar sobre cualquier tema, ¿cuál es el discernimiento sobre el interés del eventual interlocutor, sobre los temas a tratar?
El discernimiento pasa por: Si amar es servir, amar a la persona es servirla, y no servirse de ella.
Servirla significa disponerse a brindar lo que necesita: escucharla, aconsejarla, afecto, comprensión, compañía, etc. Servirse de ella es utilizarla para contarle lo que uno “desea” expresar, “para recibir” afecto, comprensión, compañía, ser escuchado, etc. Este es un sentimiento egoísta originado por una insanidad emocional. Si bien esto se da en forma inconsciente, ello no exime nuestra responsabilidad.
Si persistimos en esta conducta por orgullo, caemos en la condena de Jesús: Les aseguro que en el día del Juicio, los hombres rendirán cuenta de toda palabra que hayan pronunciado. Mt 12.36
No debemos olvidar que la palabra es un don de Dios, que a modo de herramienta (o dinero = talento), debemos utilizar para que rinda los frutos que él espera de nosotros:
El Reino de los Cielos es como un hombre que, al salir de viaje, llamó a sus servidores y les confió sus bienes. A uno le dio cinco talentos, a otro dos, y uno solo a un tercero, a cada uno según su capacidad; y después partió. En seguida, el que había recibido cinco talentos, fue a negociar con ellos y ganó otros cinco. De la misma manera, el que recibió dos, ganó otros dos, pero el que recibió uno solo, hizo un pozo y enterró el dinero de su señor. Después de un largo tiempo, llegó el señor y arregló las cuentas con sus servidores. El que había recibido los cinco talentos se adelantó y le presentó otros cinco. Señor, le dijo, me has confiado cinco talentos: aquí están los otros cinco que he ganado. Está bien, servidor bueno y fiel, le dijo su señor, ya que respondiste fielmente en lo poco, te encargaré de mucho más: entra a participar del gozo de tu señor. Llegó luego el que había recibido dos talentos y le dijo: Señor, me has confiado dos talentos: aquí están los otros dos que he ganado. Está bien, servidor bueno y fiel, ya que respondiste fielmente en lo poco, te encargaré mucho más: entra a participar del gozo de tu señor. Llegó luego el que había recibido un solo talento. Señor, le dijo, sé que eres un hombre exigente: cosechas donde no has sembrado y recoges donde no has esparcido. Por eso tuve miedo y fui a enterrar tu talento: ¡aquí tienes lo tuyo!. Pero el señor le respondió: Servidor malo y perezoso, si sabías que cosecho donde no he sembrado y recojo donde no he esparcido, tendrías que haber colocado el dinero en el banco, y así, a mi regreso lo hubiera recuperado con intereses. Quítenle el talento para dárselo al que tiene diez, porque a quién tiene , se le dará y tendrá más, pero al que no tiene, se le quitará aún lo que tiene. Echen afuera, a las tinieblas, a este servidor inútil; allí habrá llanto y rechinar de dientes. Mt 25.14-30
Si la persona necesita del amor de otra para sentirse amada, es porque tiene baja autoestima y necesita ser sanada de las heridas ocasionadas por carencias afectivas.
Si no tenemos amor para nosotros mismos, menos podremos tenerlo para los demás, porque justamente nuestro propio amor se transforma en la experiencia vital que de referente, por aquello de: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Mt 22.39
Una de las formas de las formas de “poder” llenarse del amor de Dios para sanar y ser instrumento dócil para su proyecto, es la oración y además el diálogo personal e íntimo con Jesús y el Espíritu Santo.
El diálogo es una invitación a una relación íntima y profunda en la que el amor de Dios se manifiesta a través de la gracia, sanando heridas, pero sin ponerlo en evidencia. Una de sus manifestaciones que no puede faltar, es la sanación; no puede dejar de sanarnos, porque su amor desea lo mejor para nosotros, y la salud, mas que nosotros mismos.
En la medida de que el diálogo vaya creciendo y también la docilidad al Espíritu Santo, se van sanando esas heridas, permitiendo ser un instrumento apto para que él pueda evangelizar, sirviéndose de este pobre instrumento humano.
Para este diálogo no son necesarias las palabras, porque es un diálogo del corazón, con el corazón misericordioso de Jesús.
El vivir en esta intimidad con Dios evita la tristeza, angustia, depresión, preocupación y produce ausencia de la soledad, además produce paz y gozo profundo. Nadie que no haya pasado por esa experiencia lo puede comprender, pero como se capta espiritualmente, al que no vive en la fe le produce envidia.
Al estar lleno de Dios, recién se lo puede llevar a los demás, y al estar lleno, tampoco necesita del amor de los demás para sentirse amado. Por otra parte al llevar el amor a los demás, por el hecho de ejercer la caridad, por obra de la gracia se va enriqueciendo cada vez más en su amor, formando un círculo virtuoso que se retroalimenta a si mismo.
Tu irás donde yo te envíe, pondré mis palabras en tu boca para decir todo lo que te ordene, porque estoy contigo. Jer 1.7-9
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