viernes, 30 de diciembre de 2011

La prueba y el examen

Nuestra existencia es eterna, comenzó en el pensamiento eterno de Dios y no tiene fin.  Nuestra creación como creatura comenzó cuando infundió nuestro espíritu en la primera célula que se fecundó en el seno materno.  Existen muchas razones por las cuales fuimos creados, mencionaré tres que están interrelacionadas en una sola:
1-Fuimos creados para la alabanza de la gloria de Dios, para alabar eternamente:  Para alabanza de la gloria de su gracia que nos dio en su Hijo muy querido (Ef 1.6).  Esto produce al espíritu la plenitud del gozo al que pueda aspirar, porque es su alimento, satisfacción y alegría plena.
2-Para que los Principados y Potestades celestiales conozcan la infinita variedad de la sabiduría de Dios por medio de la Iglesia (Ef 3.10) y esta sea motivo de gozo y alabanza de todos los espíritus.
3-Dios al crear a los ángeles los probó, unos obedecieron por amor y humildad y otros por orgullo se rebelaron.  Bajo la autoridad del príncipe de los ángeles. Lucifer, miríadas de ángeles fueron precipitados a la tierra.  Esto motivó que se produjera un vacío en el misterioso espacio espiritual, que Dios quiere completar.
El “tiempo de Dios” consiste justamente en llegar a completar el número previsto, hasta el último de los que deben ser salvados.
Cada persona es probada constantemente por medio de las distintas y continuas opciones cotidianas.  Además hay distintos tipos de pruebas  para niños, adolescentes y adultos.  Las diferencias consisten en la proporción de responsabilidad personal, para hacer la opción.
También existen hechos circunstanciales, que se pueden llamar providenciales, también accidentes, imprudencias, etc., que generan otro tipo de prueba bien diferenciada para el espíritu.
Así como el estudiante durante el ciclo lectivo tiene pruebas o exámenes parciales y finales, de igual manera cada uno tenemos pruebas espirituales parciales y el examen final. 
Los parciales los rendimos permanentemente, e inconscientemente con nuestras opciones, que se definen por motivos altruistas:  amor, o egoístas:  odio.  No existe una tercera posición.
Cuando no pasamos airosos una prueba, Dios en su infinita misericordia, dispone para nosotros otra prueba, y es por ello la persona que no vive en Dios, vive de prueba en prueba y de problemas en problemas, ya que no aprueban ninguna.  Todo es porque Dios por un breve tiempo te probará hasta que le tengas confianza.  Y es allí donde él comienza a realizar todos los deseos de tu corazón:  Al comienzo lo conducirá por un camino sinuoso, le infundirá temor (de ofender su amor) y estremecimiento y lo hará sufrir con su disciplina (por el orgullo) hasta que tenga confianza en él y lo haya probado con sus exigencias.  Después volverá a él (dócil a su Espíritu) por el camino recto, lo alegrará y le revelará sus secretos.  Ecli 4.17-18
La Palabra de Dios nos dice:  No temas ni te acobardes, porque el Señor, tu Dios, estará contigo donde quiera que vayas.  Job 1.9
Próximo y durante la Pascua, Jesús dijo a sus apóstoles:  No teman.  Esta expresión es utilizada en la Biblia 365 veces.
Jesús nos advierte:  Habrá una gran tribulación, como no la hubo desde el comienzo del mundo, ni la habrá jamás.  Mt 24.21
Jesús nos pide que aspiremos a la perfección poniendo como modelo al Padre:  Sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo (Mt 5.48).  Esto no es una imposición, o una pretensión porque, sabe muy bien que la carne es débil (Mt 26.41), sino una aspiración, una meta-objetivo.
Por medio del amor puesto en el ejercicio de la voluntad, y proporcional a él, es como Jesús con su designio misericordioso irá completando con sus méritos para justificarnos en el amor.
No son nuestras obras, sino el amor puesto en ellas lo que nos justifica ante Dios.  Este es el “camino” de la “infancia espiritual” de Santa Teresita del Niño Jesús.
El único capital humano es el tiempo cronológico de nuestra existencia, que se nos concedió para APRENDER A AMAR, AMANDO, por medio de todas las pruebas que nos presente la vida, para que el examen no solamente sea aprobado, sino también con la ayuda de la gracia, con las mejores calificaciones, para hacernos merecedores proporcionalmente de los mejores premios.
Como si todavía fuera poco, todo lo que Dios hizo por nosotros, Jesús como una manifestación máxima de su amor desde la Cruz nos ofrece a su Madre como madre nuestra:  Dijo al discípulo:  Aquí tienes a tu madre.  Jn 19.27.
Al no acudir por su poderosísima intercesión, para salir “aprobados” y con las “mejores calificaciones”, esta rebeldía es un obstáculo para que Dios tome la iniciativa, en dejarnos conducir por el Espíritu Santo.
Aunque todavía somos rebeldes, nuestro Padre nos espera ansiosamente, se conmueve profundamente y corre a nuestro encuentro, cuando ve en el corazón un sincero deseo de buscarlo, porque les aseguro que, de la misma manera, habrá más alegría en el cielo  por un solo pecador que se convierta.  Lc 15.7
¿Si Dios quiere lo mejor para a mí, por qué me opongo a este deseo?, por orgullo.  El orgullo es el alimento del ego.  Mi trabajo, mi casa, mi esposa/o, mis hijos.  En todo siempre soy yo el centro.
Dios quiere ser él, el centro afectivo-emocional de todo, es un Dios celoso (Ex 20.5) y ama con un amor apasionado:  ¡Me has robado el corazón hermana mía, novia mía!  Cant 4.9
No desprecies el amor de “toda la creación” encerrado en la Persona de Jesús, representante del Padre, por medio del vínculo amoroso que establece el Espíritu Santo.

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