Dios nos quiere generosos y no calculadores o comerciantes: “te doy si me das”. Quiere una entrega gratuita: Ustedes han recibido gratuitamente, den también gratuitamente. Mt 10.8
Nos ama tanto, que lo único que desea es que también nosotros lo amemos, confiemos en Él, lo busquemos, lo alabemos y dediquemos tiempo a Él en oración. A cambio se compromete darnos todo lo que necesitamos: Busquen primero el Reino y su justicia, y todo lo demás se les dará por añadidura. Mt 6.33
Nuestra falta de fe nos lleva a buscar “todo lo demás” hasta con desesperación, dejando el Reino de lado. Invertimos los valores y perdemos de vista al Padre generoso y enamorado de sus creaturas.
Al no reconocer a Dios como fuente y dador de todos los bienes, sino también de no estar dispuestos a compartir con los demás lo que hemos recibido. Y esta actitud nos cierra de Gracia para seguir recibiendo.
Por el contrario, Dios desea asociarnos a su obra redentora, utilizándonos como una prolongación de sus manos en la dispensación de la Divina Providencia. Ello requiere un acto de fe y adhesión que se concreta a través de la generosidad y del desprendimiento: Dios tiene el poder para colmarlos de todos sus dones, a fin de que siempre tengan lo que les hace falta, y aún les sobre para hacer toda clase de buenas obras. Así, serán colmados de riquezas y podrán dar con generosidad. 2Cor 9.8, 11
De acuerdo con el espíritu de esta Palabra, debemos interpretar que la excusa sobre insuficiente remuneración salarial, para cubrir las necesidades básicas, no es valedera para justificar la falta de contribución del diezmo con generosidad.
Algunos dicen que el diezmo es una prescripción del Antiguo Testamento y que hoy no tiene vigencia, sin embargo Jesús lo reafirma, diciendo que debemos practicar la justicia, la misericordia y la fidelidad, pero sin descuidar el diezmo: ¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que pagan el diezmo de la menta, del hinojo y del comino, y descuidan lo esencial de la Ley: la justicia, la misericordia y la fidelidad! Hay que practicar esto sin descuidar aquello. Mt 23.23
Por el contrario, si se tuviera generosidad, por medio del diezmo se desatarían las manos de la Providencia de Dios. Es más, a través de ella desea que seamos testigos de un Dios que es un padre amoroso y generoso.
En definitiva nuestras carencias económicas, hablan fundamentalmente de una carencia en generosidad, porque es una carencia de fe y amor a Cristo expresado en los hermanos.
Pensando en forma egoísta nos convendría practicar el diezmo para que Dios sea generoso en su Providencia con nosotros: Sepan que el que siembra mezquinamente, tendrá una cosecha muy pobre; en cambio, el que siembra con generosidad cosechará abundantemente. 2Cor 9.6
No hay comentarios:
Publicar un comentario