viernes, 30 de diciembre de 2011

Carta a los matrimonios

En la vida consagrada los religiosos hacen votos de obediencia que los mantiene o debería mantener en dependencia y disponibilidad a Dios a través del orden jerárquico, lo que constituye  un desposorio con Cristo.  Los laicos también debemos mantener esta dependencia (Hagan todo lo que él les diga. Jn 2.5) para no caer en un libertinaje espiritual.
A los solteros esto le resulta mas dificultoso, porque al no tener compromisos que los condicionen espiritualmente, tienen la tendencia a la evasión de la responsabilidad, teniendo la necesidad de una dirección espiritual que marque los límites y estimule para que no busque solamente su interés egoísta:  Que cada uno busque no solamente su propio interés, sino también el de los demás.  Flp 2.4
Ahora, si la intención es de servir a Dios, se encuentra en inmejorable condición, porque:  El que no tiene mujer se preocupa de las cosas del Señor.  En cambio el que tiene mujer se preocupa de las cosas de este mundo buscando como agradar a su mujer, y así su corazón está dividido (1Cor 7.32-34).  Este no es tu caso.
Los casados, a través del compromiso de vida en la fe por medio de la  obediencia a Dios, se manifiestan en  la dependencia y disponibilidad al Espíritu Santo, y se expresan en la relación del amor conyugal.
También se hace el voto de pobreza, concretado en la donación de si mismo:  La mujer no es dueña de su cuerpo, sino el marido; tampoco el marido es dueño de su cuerpo, sino la mujer.  1Cor 7.4
Por medio de esta donación se hace la ofrenda con la cual se participa de la que Jesús hizo al Padre en la Cruz.
Por el sacramento el lecho matrimonial se transforma en el altar de la iglesia doméstica donde los conyugues hacen la ofrenda del amor mutuo, como en el Ofertorio de la Misa, y por este amor (no la pasión, pero si movilizado a partir de ella) aceptable como ofrenda agradable a los ojos de Dios.
Por medio de este amor y con la ayuda de los sacramentos: Confesión y Eucaristía, se obtiene la ayuda necesaria y conveniente para crecer en la vida de la gracia, para tener un mismo amor, un mismo corazón, un mismo pensamiento.  Flp 2.2
Esto que es humanamente imposible, Dios lo desea y Jesús lo garantiza, pero se hace indispensable que lo pongamos a él en medio como vínculo de unión, porque él se define a si mismo como el Amor.  1Jn 4.8
Por medio del sacramento matrimonial se adquiere el compromiso ante Dios de salvar al conyugue, aunque se esté separado o divorciado:  porque el marido que no tiene fe es santificado por su mujer, y la mujer que no tiene fe es santificada por el marido creyente.  1Cor 7.14


Nadie puede salvarse solo.  Si nos asociamos a la empresa salvadora-redentora  de Cristo, participamos con él como hijos adoptivos de la Familia Trinitaria.  Esto se concreta al comprometernos con la salvación de nuestro prójimo más próximo, donde Jesús se encuentra representado, a través de los lazos de sangre, los afectos y los del sacramento matrimonial, o religioso a los consagrados.
Por medio de ellos, el Señor nos está llamando aquí y ahora, “considerando como propias necesidades de los demás” (Rom 12.13).  Esto también se llama misericordia.
Analizando la posibilidad de que hubieras cometido un error al casarte con la que hoy es tu conyugue, te pregunto:  ¿también Dios cometió un error con ustedes?
La mirada humana (por la debilidad generada a causa del pecado original) siempre es egoísta y egocéntrica (representada en la imagen imaginaria de quién se mira el ombligo), la mirada de Dios es de un amor eterno, es de eternidad.
Cuando Dios te pensó a vos y a tu conyugue, los amó con un amor eterno y los pensó unidos para un proyecto común desde toda la eternidad y para toda la eternidad.
Cuando Jesús dijo:  Los dos no serán sino una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne (Mc 10.8), es para expresar la unión perfecta que se puede lograr en el matrimonio cristiano, a través del sacramento matrimonial vivido con fe.
¿Qué pasa con la persona a la que el Señor le separa el espíritu?, se convierte en un cadáver, porque el espíritu es el que le da vida.
De alguna manera es similar con respecto al que el Señor apuntaló al tuyo, como ayuda necesaria y conveniente, según su proyecto providencial para los dos, es lo mejor que les puede suceder.
Al frustrarse, se frustra un proyecto de gozo y vida plena para los dos, a partir de ahora y para toda la eternidad.  Como consecuencia, los dos andarían como parias (Caín) en la búsqueda de una felicidad que cada día se hace inalcanzable, porque será una búsqueda sin Dios.
Es la búsqueda de un camino propio, prescindiendo de Dios:  ¡Ay de los hijos rebeldes, que hacen planes contrarios a mi espíritu (Is 30.1).  Tendí mis manos incesantemente hacia un pueblo rebelde, que va por un mal camino, tras sus propios designios.  Is 65.2
La felicidad y gozo es verdadero cuando viene de Dios, si no viene de él siempre es fingido, falso, es una mentira que no se puede ocultar.  Esto genera angustia, ansiedad, depresión = tristeza del alma.
Como esto es espiritual y se realiza en el inconsciente, pasa desapercibido.  Además el orgullo hace que no se pueda comprender y menos aún aceptarlo, porque no hay docilidad al Espíritu Santo:  Porque el corazón de este pueblo se ha endurecido, tienen tapados sus oídos y han cerrado sus ojos, para que sus ojos no vean, y sus oídos no oigan, y su corazón no comprenda y no se conviertan.  Mt 13.15  
El Señor te dice:  Hoy pongo delante de ti la vida y la felicidad, la muerte y la desdicha.  Si escuchas los mandamientos, si amas al Señor y cumples sus mandamientos, sus leyes y sus preceptos, entonces vivirás, te multiplicarás, y el Señor, tu Dios, te bendecirá.  Pero si tu corazón se desvía y no escuchas, si te dejas arrastrar y vas a postrarte ante otros dioses para servirlos (orgullo, sexo, etc.) yo les anuncio que ustedes se perderán irremediablemente.  Deut 30.15-18
Esto último parece exagerado, pero la tristeza, ¿no es un padecimiento mortal?:  baja las defensas inmunológicas favoreciendo que se originen enfermedades.  También hay una inconsciente búsqueda de la muerte como evasión al dolor que se hace insoportable, concretándose en la exposición a situaciones riesgosas y peligrosas.  Esto se llama espíritu suicida.
Hoy tomo por testigo (los participantes de tu boda) contra ustedes al cielo (Iglesia triunfante) y a la tierra (Iglesia militante): yo he puesto delante de ti la vida y la muerte, la bendición y la maldición (tenés que hacer la opción vital que es indelegable e impostergable).  Elige la vida, y vivirás, tu y tus descendientes (los hijos heredan las consecuencias de las decisiones de sus padres, al igual que heredamos las heridas emocionales que todos padecemos) con tal que ames al Señor, tu Dios, escuches su voz (seas humilde y dócil a su Espíritu) y le seas fiel.  (cuando la fe es movilizada por el amor, se convierte en confianza y esto produce disponibilidad).  Porque de ello depende tu vida. (vida plena, total, que comienza aquí ya desde ahora y para “siempre”).  Deut 30.19-20     

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