Dependencia según el diccionario es: Tener subordinación a una persona. Necesitar una persona el auxilio, o la protección de otra. Estar necesitada.
Hacerse el necesitado de Dios, también es abandono.
Desde lo humano el amor crea una dependencia del ser amado, que si es enfermiza, es invalidante, anula la personalidad. Esto sucede cuando, por ejemplo, una persona que tiene heridas emocionales por carencias afectivas, para ser amada trata de comprar el amor mediante el servicio, regalos, etc.
Al depender de Cristo, Él produce sanación de heridas emocionales que nos permiten tener la libertad interior para poder responder con disponibilidad y docilidad.
Si aceptamos ser dependientes de Cristo, Él también lo hará respecto de nosotros, porque si amor con amor se paga, Dios no se deja ganar en amor.
Dependencia, es también la disponibilidad en acción constante y permanente, motivada por el amor. Su mayor exponente es la Virgen María.
El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: ¡Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo….. No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; el será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin. María dijo al Ángel: ¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre? Lc 1.28-34
Lo que expresa la Virgen es obvio, pero expresa mucho más que eso: ¿cómo podría ser esto si yo había hecho voto de castidad ante Dios y el compromiso de mantenerlo en el matrimonio junto a José?
María estaba comprometida con José y, cuando todavía no habían vivido juntos, concibió un hijo por obra del Espíritu Santo, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto. Mientras pensaba en esto, el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo. Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque salvará su Pueblo de todos sus pecados. Mt 1.18-21
La dependencia que Dios desea de nosotros es semejante a la de un bebé. En realidad todos somos espiritualmente un bebé, porque dependemos totalmente de El, pero el hecho de que lo hagamos voluntariamente con disponibilidad, esto es fruto de la fe motivada por el amor.
Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios pertenece a los que son como ellos. Mc 10.14
Les aseguro que si ustedes no cambian o no se hacen como niños, no entrarán en el Reino de los Cielos. Mt 18.3
Abandono es estar sin protección, desvalido. La imagen más perfecta del abandono confiado y por amor, está representada por un bebé parado sobre la mesa, que se tira al vacío, para ser recibido por los brazos del padre que lo está esperando, con festejos y besos.
Esto no es necesario explicarlo en el bebé, pero si en el adulto. En el adulto existe la desconfianza y temor por falta de fe en esos brazos: Cuando todavía estaba lejos (a causa de los pecados), su padre lo vio y se conmovió profundamente; corrió a su encuentro, lo abrazó y lo besó. Lc 15.20
La unión de los corazones enamorados hace sentir como propios los deseos del amado, hasta adelantarse en el deseo de complacerlo. Esto vulgarmente se dice: le roba la voluntad.
De la misma manera para con Dios el discípulo no espera que su maestro, Jesús, le diga lo que debe hacer, porque el amor le motiva a responder al Amor.
Es tener el mismo pensamiento (1Cor 2.16), sentimiento (Filp 2.5), corazón (Gal 2.20), identificarse con el ser amado hasta hacerse uno con él. Por este motivo, Jesús dijo: Los dos no serán sino una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Mc 10.8
Hoy por medio del Espíritu Santo nos dice: no solamente una sola carne, sino también un solo espiritu.
El desprendimiento tiene que llegar hasta lo más profundo: Cualquiera que venga a mí y no me ame más que a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y hermanas, y hasta a su propia vida, no puede ser mi discípulo. De la misma manera, cualquiera de ustedes que no renuncie a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo. Lc 14.26-27,33
También Pablo al afirmar: Ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí (Gal 2.20), esta confirmado esta unión perfecta que crea la dependencia del enamorado con el Amor.
Tampoco tienen que preocuparse por lo que van a comer o beber; no se inquieten, porque son los paganos de este mundo los que van detrás de esas cosas. El padre sabe que ustedes las necesitan. Busquen más bien su Reino, y lo demás se les dará por añadidura. No temas, pequeño Rebaño, porque el Padre de ustedes ha querido darles el Reino. Lc 12. 29-32.
Estas palabras encierran un profundo mensaje de amor. La dependencia afectuosa que Dios nos propone, supone un intercambio confiado de intereses: yo me ocupo de las cosas de mi Padre, para que por medio de este acto de fe, el pueda ocuparse de las mías. Porque Dios quiere darme no “un poco” y lo que “hoy” necesito, sino que quiere darme “todo” y para “siempre”: el Reino.
Así como el sarmiento no puede dar fruto sino permanece en la vid, tampoco ustedes, si no permanecen en mí. El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto, porque separados de mí, nada pueden hacer. Pero el que no permanece en mí, es como el sarmiento que se tira y se seca; después se recoge, se arroja al fuego y arde. Jn 15. 5-6
El que permanece en mí…: Nuestras acciones, decisiones, pensamientos y sentimientos si los hacemos con amor, por los méritos de Cristo, dan fruto proporcionalmente a ese amor. En realidad es Dios el que hace todo lo que es bueno y perfecto en nosotros (Sant 1.17), para lo cual el Espíritu Santo obra en nuestro corazón. Únicamente por nuestra disponibilidad y docilidad hacia Él, adquirimos los méritos ante Dios.
Pero el que no permanece en mí…: Muchos podrían decir yo hago muchas cosas buenas. Pérdida de tiempo, trabajos, sacrificios inútiles que debido a la ceguera espiritual por el orgullo, recién podrán verlos cuando estén ante a la presencia de Dios.
La gloria de mi Padre consiste en que ustedes den fruto abundante, y así sean mis discípulos. Jn 15.8
Nuestra gloria consiste en dar frutos, al no darlo le estaríamos robando la gloria a Dios, para glorificarnos a nosotros mismos, esto es soberbia.
Para clarificar más este concepto, Jesús nos dice: Y yo haré todo lo que ustedes pidan en mi Nombre para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Jn 14.13
Está expresando que nos utiliza como sus mensajeros privilegiados para glorificar al Padre. ¡Que responsabilidad y dignidad!
Por este motivo cuando pretendemos hacer algo por nuestra propia cuenta estamos: 1- despreciando el amor de Dios, 2- robándole a Cristo la gloria que deberíamos transmitir al Padre, 3- nos atribuimos a nosotros esa gloria, por soberbia, 4- nos sirve para condenación.
Vayan a las ovejas perdidas del pueblo de Israel. Ustedes han recibido gratuitamente, den también gratuitamente. Mt 10.6,8
¿Qué?: Los dones que el Señor ha puesto en ti para construir su Iglesia, asociándote a su obra salvadora-redentora.
Para esto nos otorgó poder: Estos prodigios acompañaran a los que crean: arrojarán a los demonios en mi Nombre y hablarán nuevas lenguas; podrán tomar a las serpientes con sus manos, y si beben veneno mortal no les hará ningún daño; impondrán las manos sobre los enfermos y los curarán. Mc 16.17-18
Está en nosotros el apropiarnos por fe de este poder, pero no su control. Este poder no es manejado por un control mental, sino por la Providencia de Dios. El es el que toma toda iniciativa, para lo cual acepta nuestras limitada cooperación: voluntad.
Esto sucede para darnos la oportunidad de ejercitar la caridad, fuente de merito para nosotros, y como testimonio, para la conversión de los hermano. De esta manera se construye la Iglesia.
Para ser discípulo de Jesús, es necesario:
- SER CRISTIANO: Ser cristiano no es creer en Cristo, los demonios también creen (Sant 2.19), y no por ello son cristianos. La diferencia consiste en creer en su palabra, esto es fe. Fe es compromiso con aquello que se cree.
- CONFIANZA: Es poner la fe en actividad como motivadora y movilizadora de toda acción, pensamiento y sentimiento, impulsada por y con amor.
- ORACIÓN: Comunicación íntima en un dialogo amoroso, en el que Dios se manifiesta al corazón a través de diferentes maneras: moción, inspiración, etc.
- CONTEMPLACIÓN: Es descubrir la presencia de Dios, su acción, su voz, su pensamiento, en la rutina cotidiana donde las cosas que son conocidas y a veces damos por descontadas. Es exactamente en estas circunstancias en que se destacan menos, donde está impreso aquel amor íntimo y profundo del Creador por la criatura: en la vida de cada día, en los rincones de nuestras jornadas. Descubrir que Dios nos habla personalmente a través de un lenguaje que solo nosotros podemos comprender porque forma parte de nuestros secretos, de nuestros deseos más íntimos, de nuestra imaginación, de nuestro modo de ver las cosas.
Consiste en ver la acción de Dios que esta constantemente dirigiendo todas las cosas y acontecimientos, para llevarlos cada uno, a todos, a la salvación. Es mirar con los ojos de Dios y comprender toda la realidad con su mirada de amor.
Al dirigirse a los hermanos de la comunidad de Galacia, en algunas traducciones, Pablo les califica de estúpidos, otras traducen por torpes, pero el sentido es el mismo: Gálatas insensatos….. ¿Han sido tan insensatos que llegaron al extremo de comenzar por el Espíritu, para acabar ahora en la carne? ¿Habrá sido en vano que recibieron tantos favores? ¡Ojala no haya sido en vano! Gal 3. 1, 3-4
Cualquiera pensará: al que menos le podría suceder esto seria a un carismático. ¿No?, si, justamente voy a dar un testimonio sobre una servidora que lo fue durante varios años:
Esta hermana ve programas televisivos y lee libros sobre autoayuda, no como información para disponerla al servicio espiritual, si fuera así sería una moción del Espiritu Santo.
Por el contrario al ponerse a analizar las causas psicológicas que condicionan las conductas, sin analizar las espirituales que las determinan, de hecho está negando la fe, aunque no sea consciente de ello.
Esto es por prescindir de Dios que es causa y efecto: Yo soy el Alfa y la Omega, el Primero y el Último, el Principio y el Fin (Ap 22.13), de todas las cosas. Es construir una verdad, prescindiendo de la Verdad.
Esto se llama orgullo, no existe ni existirá otra palabra que la pueda reemplazar. El orgullo produce ceguera intelectual y espiritual, al igual que una enamorada que acepta por novio a un joven que no le conviene, porque la pasión le impidió ver; como dice el P. Darío Betancourt: novio = no vio.
¿Por qué sucede esto? por falta de oración, confianza, contemplación y servicio como discípulo.
No es bueno conocer mucho, pero sí lo conveniente y necesario. Cuando se pretende conocer más de lo necesario, para el que está al servicio del Señor, se corre el riesgo de caer en gula espiritual, que engendra orgullo y soberbia.
Si uno está en disponibilidad y docilidad al Espíritu, el Señor hará que conozca en tiempo y forma lo que estime conveniente y oportuno, valiéndose providencialmente de palabras de conocimiento, revelaciones, mociones, la Sagrada Palabra , auxilio de las personas y circunstancias, etc.
¿Qué les parece? Un hombre tenía dos hijos y, dirigiéndose al primero, le dijo: Hijo, quiero que hoy vayas a trabajar en mi viña. El respondió: No quiero. Pero después se arrepintió y fue. Dirigiéndose al segundo, le dijo lo mismo y este respondió: Voy, Señor, pero no fue. ¿Cuál de los dos cumplió la voluntad de su padre?. El primero, le respondieron. Jesús les (nos) dijo: les aseguro que los publicanos y las prostitutas llegan antes que ustedes al Reino de Dios. Mt 21.28-31
¡Cuidado, hermanos!, el orgullo está matando nuestra vida de fe.
María sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra. Marta, que estaba muy ocupada con los quehaceres de la casa, dijo a Jesús: Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola con todo el trabajo? Dile que me ayude. Pero el Señor le respondió: Marta, Marta, te inquietas y te agitas por muchas cosas. Sin embargo, una sola cosa es necesaria, Maria eligió la mejor parte, que no le será quitada. Lc 10.39-42
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