viernes, 30 de diciembre de 2011

Carismáticos

La misión de Jesús es cumplir la voluntad del Padre.  Como para Dios no existe el tiempo, este deseo permanece.
                                                 
Para ello encomendó  a los que quieran seguirlo a que continúen con la misión de evangelizar con  milagros, prodigios y signos (Hch 2.22), testimoniando lo que ellos habían visto y oído: no podemos callar lo que hemos visto y oído.  Hch  4.20

Esta misión perdura hoy en la Iglesia con los que como entonces desean escucharlo, seguirlo y obedecerlo.

La pedagogía evangelizadora de Dios consiste en testimoniar su amor a través de las sanaciones, liberaciones y toda manifestación visible del Espíritu Santo.  Para ello exige un cambio de conducta: que reciba y trasmita el amor de Dios.

Esto se concreta al disponer a salir del corazón egoísta y egocéntrico con un movimiento interior hacia una entrega y donación altruista con espíritu solidario. En ese momento  Dios le sale al encuentro con su gracia para que descubra y crezca en el amor, y a través de ello se encuentre con Él.

El crecimiento en el amor generoso y desinteresado hacia los demás motiva en Dios una respuesta proporcional. Quién  se compromete con la Persona de Cristo, Dios lo toma como un desposorio espiritual.

 Llegado a un punto como el de un enamorado cuando le coloca la alianza  a su amada, el Señor obsequia la sanación (anillo) como prenda de su amor.

La amada (alma) que no espera ese anillo, se alegra no tanto por la sanación, sino por la demostración de amor.

Este anillo puede transformarse en una corona de rosas sin espinas, que en algunos casos puede llegar a tener tantas y tan punzantes, cuanto sean necesarias para que Jesús pueda justificarla con su Divina Misericordia.

Todos de una forma u otra estamos llamados a ello. Como toda manifestación de amor en unos es mas evidente que en otros, pero debe producirse en todos los hijos de Dios.

Con el llamado de Pedro en Pentecostés, el llamado de Jesús hoy a un cambio de vida, sigue teniendo la misma vigencia y los carismáticos si quieren seguir al Señor, deben trasmitir este llamado (kerigma).

Los carismáticos si desea serlo de verdad y no patéticos carismaniáticos, deben seguir el camino que indicó el Maestro, seguir las huellas de sus pisadas.

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