La Providencia lleva a la plena realización lo que está en el cielo y en la tierra, hace todo lo que quiere, porque hay muchos proyectos en el corazón del hombre, pero sólo se realiza el designio del Señor. Sal 115.3; Prov 19.21
Es el poder gobernante de Dios sobre todos los aconteceres del mundo y de la vida humana, que conserva el universo y lo rige con sabiduría de acuerdo a sus designios y destinos.
Dios, nuestro Padre, desea que participemos libremente con él, asociándonos a su proyecto creador, para concretarlo, nos confía la responsabilidad de someter la tierra y dominarla (Gn 1.28)
Nuestra cooperación, a menudo es inconsciente de la voluntad divina, y podemos entrar libremente en el plan divino no solamente por las acciones y oraciones, sino también por los sufrimientos y omisiones accidentales o intencionales, porque Dios es el que produce el querer y el hacer, conforme a se designio de amor. Flp 2.13
La Providencia simbólicamente es el brazo derecho de Dios Padre, que está irrigado por el corazón, fuente de su amor infinito y eterno.
El izquierdo está simbolizado en la Misericordia, que brota del Corazón de Jesús Misericordioso, por el cual justifica y perdona las consecuencias del mal uso de la libertad, en la que el mal y el malo misteriosamente contribuyen en este designio devino: Porque Dios dispone todas las cosas para el bien de aquellos que le aman. Rom 8.28
Cuando la Palabra dice: Dios dispone todas las cosas…., la palabra “todas” tiene un valor absoluto.
Aunque parezca innecesario explicar el alcance de esta palabra, que es obvio, lo hago para que se comprenda mejor la amplitud, profundidad y alcance de esta expresión:
Una moneda se me cae de la mano, saludo a una persona, estornudo, camino, escucho un sonido, tengo un pensamiento, un sentimiento, etc., son hechos intrascendentes de la rutina diaria de cada persona. Si somos dóciles al Espíritu Santo, a través de ellos Dios, por medio de la Divina Providencia nos puede beneficiar permanentemente “mucho más”.
Los hechos intrascendente, en si mismos no dicen nada, pero basta que seamos dóciles al Espíritu Santo, para que con ellos “invitemos” a que Dios disponga “todas” las cosas…, porque al hacer un acto de fe estamos expresando humildad, disponibilidad y adhesión a su proyecto salvador-redentor; confianza y amor a Dios.
Esto es una de las mayores alabanzas que Dios recibe desde el corazón del hombre, porque se identifica con el mismo pensamiento de Cristo. 1Cor 2.16
Es como aprovechar el agua (amor de Dios que se derrama como gracia) del curso de un rio para generar electricidad (amor), de lo contrario se desperdicia este recurso.
Por medio de este abrazo, con el brazo derecho del Padre, del izquierdo de Jesús y el amor de dos expresados en la Divina Persona del Espíritu Santo, Dios recibe como familia, a cada uno de sus hijos.
La Providencia es el amor expresado en su forma activa: diseña, organiza, dirige y construye cada átomo, célula, segundo cronológico, acto y pensamiento de cada hombre, por medio del Espíritu Santo. También está expresado en su forma pasiva, al permitir el error de la libertad humana mal empleada, con sus consecuencias.
La podemos comparar a un tejido con un entramado microscópico constituido por todas las virtudes que devienen de los atributos de Dios que se asocian y entrecruzan para cumplir su objetivo con poder, amor, justicia y misericordia; y que cubre todo lo creado.
Nuestros padres al darnos un beso, una caricia, nos expresan el amor que hay en su corazón. La forma que Dios tiene para demostrarlo es mucho más rica y profunda. Además de expresarlo por medios humanos, a través de todas las personas que nos quieren y benefician, lo hace de una manera muy personal e íntima, por medio de la Providencia.
Permanentemente y constantemente está trabajando providencialmente en nuestras vidas construyendo la salvación y la santificación personal, pero estas dependen de nuestra libertad.
Si los cristianos confiáramos en la Persona de Jesús, le permitiríamos que él nos pueda beneficiar mucho más aún, como es su deseo, haciendo las delicias de nuestro corazón: El Señor cumple nos deseos de sus fieles. Sal 145.19
Como el proyecto de Dios es espiritual, que es contrario a nuestra naturaleza sicológica, para desatar las manos de la Divina Justicia y pueda derramar libremente la Providencia, es necesario docilidad y disponibilidad espiritual.
En cuanto a Dios, constantemente está derramando su gracia sobre buenos y malos, fruto de su amor infinito, pero al ser demasiado dadivoso sería espiritualmente contraproducente, lo cual perjudicaría el proceso salvador-santificador al igual que dar golosinas a un niño antes de comer.
El amor cuando es verdadero se brinda en su totalidad (No temas pequeño Rebaño, porque el Padre de ustedes ha querido darles el Reino Lc 12.32), no se puede dosificar. Esto no sería auténtico. Cuando acude en nuestra ayuda, Dios lo hace “muy generosamente” según nuestro criterio, dejándonos asombrados.
Como “no puede” ser menos generoso prepara a la persona para que valorice el don de Dios, de tal manera que no menosprecie y tampoco se acostumbre a la dádiva, porque sería una evasión de la responsabilidad propia ante la vida.
Sométanme a prueba y verán si no le derramo para ustedes la bendición en abundancia. Que cada uno dé conforme a lo que ha resuelto en su corazón, no de mala gana o por la fuerza porque Dios ama al que da con alegría. Por otra parte, Dios tiene poder para colmarlos de todos sus dones, a fin de que siempre tengan lo que les hace falta, y aún les sobre para hacer toda clase de buenas obras. Mal 3.10; 2Cor 9.7-8
Por medio del diezmo nos invita a cooperar en su proyecto como sus manos providenciales que se extienden a todos nuestros hermanos, haciéndonos solidariamente responsables con sus vidas y bienes: Les aseguro que cada vez que lo hicieren con el más pequeño de mis hermanos, lo harán conmigo. Mt 25.40
La Providencia es el amor inagotable de Dios que brota del Sagrado Corazón de Jesús, con el poder vivificador y regenerador del Espíritu Santo.
Toda, absolutamente toda la creación está dirigida por el “dedo” de la Divina Providencia y está motivada por el amor.
Dios no solamente nos desafía para que lo “probemos” (Sométanme a esta prueba Mal 3.10), sino que nos estimula y aconseja por medio de Jesús para que confiemos en su amor: Busquen mas bien su Reino, y lo demás se les dará por añadidura. Lc 12.31
Constantemente nos movemos en la presencia del amor de Dios, que se muere por beneficiarnos. Estamos al arbitrio del Amor que continuamente se derrama, como un recipiente lleno bajo un chorro de agua, en la forma de un designio providencial sobre nuestras vidas.
Si esta fuera reconocida como lo que es: una manifestación amorosa de Dios, nuestro corazón agradecido lo incitaría a retribuirnos con su amor. Porque si amor con amor se paga, Dios que es amor no se deja ganar en el amor. Este mismo amor lo impele a dar una respuesta que se manifiesta interior y exteriormente en forma providencial.
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