Según el diccionario, astucia es la habilidad para lograr cualquier fin. Es una cualidad o virtud para concretar un hecho, sea este bueno o malo, según el propósito que lo inspire.
El demonio, al igual que el mono, copia todo lo que hace Dios, pero al hacerlo por soberbia y envidia, lo inspira la maldad y para lograr objetivos intrínsecamente malos.
Por medio de la Providencia, Dios se vale de la astucia para testimoniar su poder, sabiduría, justicia, amor, misericordia, etc. por su creatura.
Un ejemplo: cuando Abraham tuvo a su hijo Isaac, tenía cien años y su esposa Sara noventa y era estéril (Gn 17.17). ¿Había alguna necesidad de que fuera a esa edad? Sí. La intención era demostrar que ante la imposibilidad humana, Dios interviene providencialmente para crear a su propio pueblo, como propiedad suya y de su descendencia recibir a su Hijo Jesús.
Por este motivo el pueblo de Israel, no fue adquirido, sino creado por Dios, lo que le da pleno derecho, aún por justicia humana. En esto podemos ver la riqueza de la Providencia bajo el ángulo de la astucia.
Otro: Me hice judío con los judíos, para ganar a los judíos, me hice débil, con los débiles, para ganar a los débiles. Me hice todo para todos, para ganar por lo menos a algunos. 1Cor 9.20, 22
Jesús, al pedirnos que seamos astutos como las serpientes, a este “como”, no debemos interpretarlo como: igual, sino: de la misma forma, con lo cual sería así: Sean astutos de la misma forma como lo son las serpientes.
Si interpretáramos el como, por igual, la astucia que nos propone Jesús, está claramente expresada en la parábola del administrador sagaz: Y el Señor alabó a este administrador deshonesto, por haber obrado tan hábilmente. Porque los hijos de este mundo son más astutos en su trato con los demás, que los hijos de la luz. Lc 16.8
Debemos interpretar a la astucia en sus dos dimensiones. En el plano natural, la serpiente se caracteriza por la astucia para su defensa y ataque. En el espiritual, lo representa el demonio que ronda como un león rugiente, buscando a quién devorar (1Ped 5.8) y así como con su astucia sedujo a Eva (1Cor 11.3), también nosotros podemos serlo por ella.
La astucia que nos propone Dios, es tener la mirada que tiene la serpiente (buscar la debilidad) para descubrir la necesidad de la persona. Y con los ojos misericordiosos de Jesús, buscando la oportunidad de brindar un servicio, por y con amor.
La propuesta sería ‘rondar como un león rugiente’, a las personas, disponiendo nuestro espíritu para que el Espíritu de Dios obre en nosotros a favor de ellas, para que Él nos inspire la palabra y el testimonio de fe que necesitan, según el plan de salvación que Dios disponga para cada persona.
…y sencillos como palomas (Mt 10.16). en esto se debe interpretar la docilidad necesaria, para estar disponibles a los designios providenciales de Dios, y de esta manera, poder ser instrumentos aptos y cualificados.
Además, para no correr el riesgo de hacer nuestro propio proyecto dentro del proyecto de Dios, como dice el refrán: más papista que el papa. Eso es soberbia.
A partir de la disponibilidad por medio de la docilidad, nuestra mirada se transforma en la mirada de Cristo que actúa en, con y por intermedio nuestro, cumpliendo su designio de amor.
¿Cuál es entonces nuestra posición estratégica? La astucia que nos propone Jesús se podría interpretar como una actitud ofensiva, para la lucha, para ganar por lo menos a algunos. 1Cor 9.22
Esta lucha consiste en la disposición anímica, emocional y espiritual a participar apasionadamente del gozo y sufrimiento de la Pasión de Cristo que se consuma por y en cada uno de sus hijos, de quienes nos hace solidariamente corresponsables, por medio de la corredención.
Nuestra lucha es la lucha de Cristo en nosotros y la lucha es de Cristo con nosotros, para que por medio de su astucia, se ejerza su providencia en su proyecto salvador-redentor.
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