viernes, 30 de diciembre de 2011

¿Existe algún mérito en el hombre?

La libertad ejercida con la voluntad de responder al llamado amoroso de Dios, para compartir su amor; es lo que más le glorifica de toda la creación.
Además, el ejercicio de esta libertad en el amor, va construyendo día a día el ser espiritual (Que Dios los fortifique por medio de su Espíritu, para que crezca en ustedes el hombre interior Ef 3.16) para hacernos merecedores de recibir una vida eterna en la plenitud de la felicidad.
El riesgo que tiene el uso de la libertad es el de hacer una opción equivocada, con lo cual nos provocamos un perjuicio.  Esto en el orden espiritual ocasiona heridas emocionales en nuestro amor propio (autoestima) y en las demás personas con las que nos relacionamos.
Estas heridas van condicionando progresiva y paulatinamente nuestra original libertad interior, hasta llegar a ser lo que “uno puede” de si mismo, y no lo que “uno quiere” :  Y ni siquiera entiendo lo que hago, porque no hago lo que quiero sino lo que aborrezco.  Rom 7.15
Hasta el “pecado de Adán y Eva” (rebeldía, orgullo), nos salvamos por justicia, esto es:  justificados por el amor de Dios a nosotros y de nosotros a Dios.  A partir de este pecado, Dios por la munificencia de su poder, transforma la realidad humana como un búmeran, para que vuelva a su designio creador, pero en este caso enriquecido con el poder de su gracia.
Lo que fue motivo de rebeldía, por el segundo Adán, Jesús, se transformó en motivo de docilidad (humildad) (De la misma manera que por la desobediencia de un solo hombre, todos se convirtieron en pecadores, también por la obediencia de uno solo, todos se convertirán en justos Rom 5.19) y fuente de salvación y vida.
La Santísima Virgen es el único caso de la justificación por justicia del amor humano, según el plan divino destinado a la Encarnación del Verbo.
No obstante ello, esto no va en detrimento del ser creado por Dios, muy por el contrario, favorece, para que se evidencien los méritos de la voluntad ejercida en libertad y por amor, en una infinita escala de valoración (ponderación espiritual).
Como se puede comprobar, desde el comienzo de la creación Dios transforma al demonio (rebelde), pecado (rebeldía), dolor y muerte (sus consecuencias), como instrumentos misteriosos para la salvación y glorificación, gozo y vida eterna de cada uno, todos sus hijos muy queridos, porque Dios dispone todas las cosa para el bien de los que lo aman, de aquellos que él llamó según su designio.  A los que conoció de antemano los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que él fuera el Primogénito entre muchos hermanos y a los que predestinó también los llamó; y a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los  glorificó.  Rom 8.28-30

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