viernes, 30 de diciembre de 2011

¿En “que” se diferencia un cristiano?

Para comprender una idea conviene clarificar conceptos y el significado de algunas palabras, que en este caso son fundamentales.
Cristiano no es el que cree en Cristo, eso se llama creencia, sino el que le cree a él y vive como otro Cristo:  Los demonios también creen,  y sin embargo tiemblan (Sant 2.19), pero eso no es fe.
Le anunciaron a Jesús:  Tu madre y tus hermanos están ahí afuera y quieren verte.  Pero él les respondió:  Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la Palabra de Dios y la practican.  Lc 8.20-21
A los cristianos, los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que fuera el Primogénito entre muchos hermanos.  Rom 8.29
Cristiano es quién por medio de la fe en Cristo, asume un compromiso personal en seguirlo.  Por lo tanto no se limita a la recepción de los Sacramentos de la Iglesia, sino que a través de ellos va construyendo un camino personal, siguiendo las pisadas de Jesús, con los que precisamente se van haciendo Camino (Jn 14.6) en nuestra vida, para llegar a la Vida.
Hay quienes se autodefinen ateos, gnósticos, etc.  Como definición general afirmo:  no puedo negar el sol porque sea ciego (por soberbia), o pretender taparlo con la mano (incoherencia e irresponsabilidad existencial).
Hay miles de razones, escusas que se utilizan para negar la verdad.  Todas ellas son para tratar de justificarse ante la propia conciencia, quién conoce La Verdad (Jn 14.6), tratando de esconderse como Adán en el jardín Edén (Gn 3.10).
Hay quienes son cristianos sin saberlo, por no conocer a Cristo, pero que al buscarlo con un corazón sincero, él se deja encontrar a través del amor.
El discernimiento de quién es o no cristiano, no pasa por las palabras, sino por las obras de amor que las confirmen brindando un testimonio coherente de su fe:  Cada árbol se reconoce por su fruto.  Lc 6.44
Por el pecado que cometieron nuestros primeros padre, pecado de origen, por ello llamado pecado original, se quebró la unidad moral-espiritual que fue parcialmente restaurada por el Sacramento Bautismal.
Pese a ello quedó una tendencia viciada que lleva al hombre a la independencia de criterio, a la autonomía:  ¡Ay de los hijos rebeldes que hacen planes sin contar conmigo, que concluyen pactos contrarios a mi espíritu.  Is 30.1
Esto traducido en la práctica se concreta en que el hombre se gobierna a si mismo, con un criterio propio, criterio humano, sin considerar para nada los derechos de su creador:  Así dice el Señor:  ¡Maldito el hombre que confía en el hombre y busca su apoyo en la carne, mientras su corazón se aparta del Señor.  Jer 17.5
El proyecto de Dios es que el hombre acepte libre y voluntariamente su criterio como propio (El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a si mismo. Mt 16.24), fundiendo los dos en uno, para llegar a decir con Pablo:  Ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Gal 2.20
Al apoyarse en el criterio propio, negándose al de Dios (amor), entra en oposición y rechazo a la Divina Sabiduría.
Esto genera tensión, que la medicina denomina depresión y estrés que constituyen una actitud existencial sin Dios.  Además de frustraciones y fracasos, genera todo tipo de enfermedades y afecciones psicosomáticas, en especial la depresión.
Como existe una guerra espiritual, hoy mas que nunca, se hace imposible vivir en la indiferencia espiritual:  se está a favor o en contra de Cristo.
El hombre natural no valora lo que viene del Espíritu de Dios:  es una locura para él y no lo puede entender (1Cor 2.14), por lo cual la persona humana carece de la dignidad que Dios le otorgó.  Tiene un eminente sentido utilitario, es un objeto, una cosa.
La santidad de Dios no puede ser glorificada con ninguna cosa creada, porque son obras suyas, sino es por el corazón humano, por su libre voluntad que al ofrecerla adquiere mérito y se transforma en ofrenda virtuosa.
Tú harás un arca de madera, la recubrirás de oro puro por dentro y por fuera; pondrás moldura y argollas de oro.  En ella pondrás las tablas del Testimonio que yo te daré.  Ex 25.10-12,16
Desde el principio Dios educó a su pueblo en la dignidad de Dios y su criatura, y la Iglesia ha continuado con este mismo espíritu.  Toda demostración de la ostentosa riqueza arquitectónica, artística y de oro del Vaticano es una réplica del espíritu con el que se construyó el Templo de Salomón, el Templo de Jerusalén.  Simbología exterior, de lo que Dios pide del interior del corazón, pues para Dios es el mejor y el mayor de los tesoros, para Dios lo mejor.
Mientras Jesús estaba comiendo llegó una mujer con un frasco lleno de un valioso perfume de nardo puro y rompiendo el frasco derramó el perfume sobre la cabeza de Jesús.  Mc 14.3
Ese frasco de alabastro era de gran valor para una joven soltera de esa época, pues era parte de la dote matrimonial.  Ese “valioso perfume” se guardaba para usarlo el día de la boda.  Esta mujer buscó lo más preciado, lo más valioso, lo que estaba reservado para el día más importante de su vida, para ofrecerlo a Jesús, al esposo del alma.
De la misma manera, quién tiene la oportunidad de conocer alguna comunidad religiosa, queda sorprendido por el amor y consideración que recibe.  El servicio de hospedaje, en el espíritu del servicio a Cristo se concreta en una atención que la cultura mercantilista denomina cinco estrellas.
El espíritu cristiano en el proyecto de Dios, es la reproducción de Cristo a través del Espíritu Santo, en cada criatura humana, que al aceptarlo como Señor de sus vidas, se convierten en hijos adoptivos, en el Hijo, Jesús.
El que no conoce a Cristo, pero por su espíritu altruista y donación personal se niega a si mismo en beneficio de otros, encuentra en esos corazones, en esos tú, al Cristo desconocido bajo el nombre de Amor. 1Jn 4.8

El que sigue a Cristo aunque muchas veces se caiga y desvíe su camino (pecados), mediante las permanentes correcciones (conversiones) con la ayuda de la gracia, a través de los Sacramentos, aseguran y facilitan enormemente el camino, manteniendo el espíritu disponible y dócil a Dios.
Por medio de la gracia se obtiene libertad interior, gozo, paz, alegría, etc., que produce envidia de los que no conocen a Cristo.
Esto inconscientemente es cuestionante, generando sentimientos de rechazo y destrucción:  Se opone a nuestra manera de obrar.  Es un vivo reproche contra nuestra manera de pensar y su sola presencia nos resulta insoportable.  Sab 2.12,14
Pilato sabía bien que a Jesús lo habían entregado por envidia.  Mt 27.18
Una de las mayores manifestaciones del ateísmo práctico existencial de hoy, es la falta de la presencia de Cristo en las familias.  La primera, es la falta de amor en la relación conyugal.
Ante esta circunstancia los conyugues tienen relaciones sin amor lo que genera inconscientes resentimientos por la frustración y posterior rechazo emocional.
Esta realidad espiritual, hoy los sexólogos la confirman científica y estadísticamente.  La gran mayoría de los matrimonios van camino a la separación o adulterio.          
Otra gran mayoría viven una vida de violencia hacia el conyugue, o hacia si mismo/a, a través de distintas enfermedades psicosomáticas, que son autoagresivas.  Este problema espiritual, se genera en la relación matrimonial por la falta de Cristo como Señor de sus vidas, y se soluciona al poner a Jesús “en medio”.
Hay dos expresiones de Jesús que aparentemente son contradictorias, pero no lo son:  He venido a enfrentar al hijo con su padre, a la hija con su madre y la nuera con su suegra; y así, el hombre tendrá como enemigos a los de su propia casa (Mt 10.35), y Donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, yo estoy presente en medio de ellos.  Mt 18.20
Jesús viene a poner luz y hace que se tomen opciones a favor o en contra suya:  El que no está conmigo está contra mí. (Mt 12.30).  Si no existe la disposición espiritual para amar, se acrecentarán las diferencias cumpliendo con la Palabra en Mt 10.35, y si por el contrario, ponen el amor y al Amor = Jesús, el mismo construye la unidad a la que hace referencia Mt 18.20.
El hombre puramente natural tiene una mirada intrascendente de la vida, una visión pesimista.  Ve la mitad de la copa vacía.
El cristiano tiene una mirada trascendente, que va mas allá de las realidades visibles pero que por ello no es menos real.  Tiene una visión optimista.  Está en constante tensión como la cuerda de un violín; como el deportista que está en el banco de suplente esperando a ser convocado al juego. Es decir con el oído atento para escuchar al Espíritu Santo esperando a ser convocado a un servicio.
Los proyectos del primero se frustran, fracasan y en el mejor de los casos duran unos pocos años.  La felicidad se les escapa como el querer perseguir a su propia sombra y se le escabulle como el agua entre los dedos. 
Los del cristiano son eternos, porque Dios lo asocia a los suyos, haciéndolos propios, de tal manera que a través del Espíritu Santo le participa de su paz, gozo y alegría, que llegan a ser permanentes y como un anticipo de la eternidad que comienza aquí y ahora.
Los que no acepten a Cristo ya se han condenado, por haber rechazado su amor, pero mientras tengan la vida biológica, continuamente les dará oportunidades para su conversión.
A cada uno los llama con un amor único de madre, y hasta dándole la última oportunidad de aferrarse a la cruz a través del dolor y el sufrimiento, para poder ejercer su Divina Misericordia.
Pero existe una tercera oposición diabólica que Dios respeta, la de querer condenarse.  No obliga a nadie a aceptar la salvación ganada por Cristo en la Cruz, a todos nos da las mismas oportunidades.
El que cree en él, no es condenado; el que no cree, ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.  Jn 3.18
El que cree en el Hijo tiene Vida eterna.  El que se niega a creer en el Hijo no verá la Vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él.  Jn 3.36
En efecto, la ira de Dios se revela desde el cielo contra la impiedad y la injusticia de los hombres, que por su injusticia retienen prisionera la verdad.  Porque todo cuanto se puede conocer acerca de Dios está patente  -su poder eterno y su divinidad-  se hacen visibles a los ojos de la inteligencia, desde la creación del mundo, por medio de sus obras.  Por lo tanto, aquellos no tienen ninguna excusa:  en efecto, habiendo conocido a Dios, no lo glorificaron ni le dieron gracias como corresponde.  Por el contrario, se extraviaron en vanos razonamientos y su mente insensata quedó en la oscuridad.  Rom 1.18-21
Jesús le respondió:  Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu.  Mt 22.37
El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí, y el que ama a su hijo, o a su hija mas que a mí, no es digno de mí.  Mt 10.37
El que no está conmigo, está contra mí.  Mt 12.30
Una nube los cubrió con su sombra, y salió de ella una voz:  Este es mi hijo muy querido, escúchenlo.  Mc 9.7
El que los escucha a ustedes, me escucha a mí, el que los rechaza a ustedes, me rechaza a mí; y el que me rechaza, rechaza a aquel que me envió.  Lc 10.16

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