viernes, 30 de diciembre de 2011

El dios cigarrillo, sexo, gula…


¿O no saben que sus cuerpos son templo del Espíritu Santo, que habita en ustedes y que han recibido de Dios?  Por lo tanto, ustedes no se pertenecen, sino que han sido comprados,  ¡y a que precio!  Glorifiquen entonces a Dios en sus cuerpos ( no a Satanás y sus secuaces).  1Cor 6.19-20
¿No saben ustedes que son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes?  Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él.  Porque el templo de Dios es sagrado, y ustedes son ese templo.  1Cor 3.16-17
Todo me está permitido, pero no todo es conveniente.  Todo me está permitido, pero no me dejaré dominar por nada (1Cor 6.12), ni siquiera por un cigarrillo, porque uno es esclavo de aquello que lo domina.  2Ped 2.19
Los alimentos (el oxígeno es uno de ellos) son para el estómago (también para los pulmones) y el estómago (los pulmones) para los alimentos (para el oxígeno), y Dios destruirá a ambos.  Pero el cuerpo no es para la fornicación (alabar al demonio con el humo del cigarrillo), sino para el Señor, y el Señor es para el cuerpo.  1Cor 6.13
¿No saben acaso que sus cuerpos son miembros de Cristo?  ¿Cómo voy a tomar los miembros de Cristo para convertirlos en miembros de una prostituta?  (¿cómo voy a alabar a los demonios?).  De ninguna manera.  1Cor 6.15
Eviten la fornicación (ser esclavizados por el maligno, aunque sea con un solo cigarrillo).  Cualquier otro pecado cometido por el hombre es exterior a su cuerpo, pero el que fornica peca contra su cuerpo (pero el que está al servicio de Dios, peca contra el Espíritu).  1Cor 6.18
La mujer no es dueña de su cuerpo, sino el marido; tampoco el marido es dueño de su cuerpo, sino la mujer.  1Cor 7.4  

¡Socorro!... ¡Auxilio!... ¡Ámenme!...

Las carencias de amor que se tienen en la niñez marcará emocional y afectivamente a la persona durante el resto de su vida. Si a esto se le suman agresiones y/o abusos de cualquier índole, esto se agravará, condicionando a una vida dolorosa. Por el contrario, si con posterioridad recibe el amor  que antes no tuvo, y tiene la oportunidad de compartirlo, comienza un proceso sanador.

Donde hubo heridas generadas por carencias de amor, estas se van sanando parcialmente, como parches sobre las pinchaduras en la cámara de una rueda.

A través de los años el Espíritu Santo van creando las condiciones para que se generen crisis emocionales, con la intención de que se produzcan desestabilizaciones: problemas económicos o laboral, accidente o enfermedad, conflicto familiar, matrimonial o pérdida de un ser querido, etc. Estas condicionan y favorecen a la persona para una apertura espiritual y a una disponibilidad espiritual, en una búsqueda inconsciente de Dios.

A veces un hombre al que consideramos normal, comete una infidelidad, o tiene una búsqueda morbosa del sexo, ¿por qué?

Esto lo comparo con una cámara que tiene varios parches por las reiteradas pinchaduras a través del tiempo. Al pasar los años ya no puede mantener constante la presión necesaria, los parches acortan y condicionan su vida.

La infidelidad, o la búsqueda de sexo, son las evidencias emocionales en la búsqueda «desesperada» de amor, del amor no recibido en los primeros años de la infancia y que recién ahora está reclamando sin saberlo, ni comprenderlo la persona.

Cuando la persona comienza esta crisis, está sensibilizada como si una llaga cubriera todo su cuerpo, si, todo su cuerpo le duele, porque le duele el alma.

Cualquier palabra la hiere, y cualquier afecto lo agarra con desesperación como un náufrago en el medio del mar, a su salvavidas.

Por este motivo no debe extrañarnos que dentro de la insanidad miren a las mujeres con deseos sexuales, las desnuden con la mirada, insinúen una intimidad física, etc.

Dentro de esta insanidad, este comportamiento es normal, por lo tanto al comprenderlo no debemos caer en el error de hacer un juicio. Por el contrario esto debería hacernos tomar la decisión de descubrirle la verdad que ellos no pueden ver.

Esta es nuestra responsabilidad que el Espíritu nos pone en «ese» momento, y no de escaparnos como el toro que embiste la capa del torero, aunque esto provoque asco y repulsión.

Estos hombres pueden tener una hermosa esposa e hijos, pero también no conocer, o tener la experiencia vital de lo que es el amor y menos aún la capacidad para poder amar.

Para muchos hombres amar es tener una relación sexual. Otros lo conocen por la televisión, pero no llega a su corazón. Esto es mucho más común de lo que uno se podría imaginar, por eso las separaciones matrimoniales degradan a la sociedad a un clima de odio e intolerancia.

Como medida defensiva el orgullo cierra el corazón a todo sentimiento amoroso, porque lo hace vulnerable, está en un callejón sin salida. Es una permanente tortura.

No es exagerado decir que cuando uno habla del sentimiento de amor cristiano, lo interpreten para el carajo. *

Lo que para nosotros es el color blanco, para ellos es el negro, esa es su realidad emocional-afectiva y espiritual.

A ellos no debemos hablarles de Dios, sino a Dios de ellos y solamente darles el testimonio de vida, otra cosa no pueden comprender.

Las mismas carencias afectivas padecen las mujeres, e inciden en las relaciones sexuales, pero pasan desapercibidas, ¿por qué?


* Lugar de castigo del marinero, en lo alto del palo mayor de la vela del barco.
La sexualidad femenina por su naturaleza no manifiesta «directamente» la falta de amor, sino que lo hace a través del estímulo, que recibe o deja de recibir el esposo.

Estos consisten en ausencias de besos, caricias, frialdad y poca frecuencia en las relaciones sexuales.

La ignorancia hace que la mujer asuma la posición de víctima, cuando en realidad es victimaria y el esposo, por esa ignorancia, cae en complicidad.

Ante esta situación, el esposo al consumar cada unión sexual, recibe una profunda humillación, porque representa una negación al amor. Siente que está haciendo el amor con una prostituta, es más, él mismo se siente prostituido, aunque no sea consciente de ello.

Para el orgullo del hombre es muy difícil admitir conscientemente esta terrible frustración y fracaso que inconscientemente siente en su corazón.

Para el esposo esta relación tiene poca diferencia con respecto a acostarse con una prostituta. A esto se le suma la insanidad propia del esposo, que en vez de acudir al médico divino (Jesús= Dios Sana- Dios Salva), busca a alguien que reemplace el amor que no recibe en casa.

Para completar, debo testimoniar lo que el Señor ha hecho en mí:

He recibido muy poco amor por parte de mi madre, solamente rechazo por parte de mi padre y no tuve testimonio de amor en mi familia. Fui tímido, introvertido, acomplejado.

Cuando el Señor me sanó, me dio un corazón misericordioso y lleno de amor. Soy testigo de que El me pone mucho amor para dar a cada persona que lo necesita.

Estoy separado y no solamente no siento la ausencia del amor conyugal, sino que tengo amor para llenar a los corazones de los esposos que tengan carencias y acepten el amor de Cristo, que El pone en mi corazón para ellos.

Al pasar por esta experiencia, me ha permitido comprender las heridas producidas en el corazón de los conyugues, cuando la relación sexual no es el fruto de un amor entregado, sino la demanda de un amor frustrado.

He tenido la experiencia del corazón de un esposo que se siente usado como una prostituta y de esta manera también puedo comprender como se siente la esposa.

Esta unión lleva a la degradación del amor, porque la pasión, a partir del resentimiento, se transforma en odio.

En esta situación conyugal, el desplazamiento afectivo hacia el hijo es un engaño para la madre y una frustración para el hijo.

El engaño consiste en creer que se puede dar amor al hijo, cuando no se es capaz de darlo al conyugue. La incapacidad no está en el otro, sino en la falta de honestidad por el orgullo, para reconocer la verdad: nadie puede dar lo que no tiene.

Mi suegro fue criado como interno en un colegio religioso y sin el amor de sus padres. Un abandono. Se casó sin amor. Trató de ser el mejor padre y al apoyarse emocionalmente en la hija le impidió madurar. A los 36 años era emocionalmente una niña y así le fue. Y así nos fue. Falleció a los 82 años en la casa de su amante de un ataque al corazón y yo fui el único que le dio el beso de despedida en la clínica, antes de llevarlo, sin velatorio, a la cremación.

Le dio todo lo que pudo darle, pero no le dio lo único que necesitaba: amor.

Esto es lo que sucede con los padres que reemplazan al conyugue con el hijo.

El hombre que se vuelve a Dios, como dice la Escritura: santificará (salvará) a su mujer (o a su marido) (1Cor 7.14), y como en las bodas de Caná, hay buen vino (Jn 2.10) y el de mejor calidad, esperando a los matrimonios renacidos en Cristo.

Hay matrimonios dispuestos a dar testimonio, transmitiendo su gozo espiritual, basta que sean convocados y le den permiso en sus corazones: Yo estoy junto a la puerta y llamo: si alguien oye mi voz y me abre, entraré en su casa. Ap 3.20

¿En qué se diferencia querer de amar?

Según el diccionario, querer es: Tratar de obtener. Desear. Y amar: Tener amor.
La definición que da el diccionario sobre el amor coincide con la espiritual, porque al no decir: dar amor, implícitamente está reconociendo que nadie puede dar lo que no se tiene.
Espiritualmente, querer es el sentimiento que le ponemos a las cosas y objetos que nos dan una utilidad.  Es un amor utilitario, interesado, egocéntrico y dura el tiempo que nos sea útil.  Un ejemplo: una servilleta de papel se la quiere antes de usarla, después se tira.
Amar es mirar desde los ojos del otro y poner nuestro corazón dentro del suyo, para compartir sus sentimientos.
Es un sentimiento oblativo*, de entrega de si mismo, de sacrificio.  También es una actitud heroica, porque para que sea amor verdadero es indispensable morir a uno mismo, para que el otro ocupe su lugar en nuestro corazón.
*Sentimiento que impulsa a una persona a entregarse y a amar a los demás.

Si el proyecto es solamente entre dos personas que se comprometen a amarse, corren el riesgo de que al apagarse el fuego que alimentó la pasión, el amor que sentían se apague con él.  También, que los pequeños actos cotidianos de egoísmos que tenemos todos, adquieran incremento, generando tensiones y conflictos internos que luego se manifestarán en: intolerancia, murmuración, queja, reproche, ira, etc.

Si a estas dos personas se le suma la Divina Persona de Jesús (el Amor), Él lo construye, alimenta, hace crecer y producir frutos, porque su amor es generador y regenerador de todo.
Quién no conoce a Jesús y decide caminar el exigente camino del amor, también cuenta con su auxilio, en las personas que tengan buena voluntad y honestidad puesta en esa intención, porque como Dios es Amor (1Jn 4.8), aunque no lo manifieste, se hace presente de hecho.
Aunque el resultado pareciera ser el mismo, en realidad no lo es porque en el primer caso por el acto de fe: le otorgamos autoridad, lo adoramos, glorificamos, colocándonos en una actitud de receptividad a su Divina Misericordia que se prodiga por su exclusivo amor sin medida, al que llamamos infinito.
Querer es un sentimiento centrado en uno mismo y amar está centrado en los demás.
Todos pueden querer, pero pocos pueden amar. Quién no lo haya recibido, o quién ha recibido heridas emocionales por carencias afectivas no estarían capacitados para poder amar, a menos que… Dios sane esas carencias.
¿Cuál es la motivación emocional en la formación de una pareja, recibir o dar amor?  Si es para recibir, es para llenar un vacío, una carencia afectiva, con lo cual no está en condiciones para dar amor, todavía está en la etapa del niño/a demandante.  La relación que se genera en esta condición es filial: madre-hijo, padre-hija.  El hijo/a de esta unión es concebido sin amor (por la pasión), en el/la que se apoyan emocionalmente, convirtiéndose en un bastón emocional, coartando su libertad y enfermándolo/a.
Si es para dar amor, buscará a alguien que pueda recibirlo, valorarlo y retribuirlo, porque la salud emocional otorga libertad interior, por lo cual inconscientemente lo busca desde su espíritu.  Esta relación es generadora de amor que al no poder contener, como una explosión de amor, se manifiesta en los hijos.  Produce una relación de semejantes-iguales, alter ego (otro yo), expresado en cada uno de la pareja.
Estos son ejemplos extremos para graficar esta realidad, en ella se manifiestan todas las variantes de la insanidad.  
En principio las personas con orgullo y soberbia están incapacitados para poder amar, porque: El orgulloso se siente y después se cree que es poseedor de la verdad, y al no cuestionarse no puede disponerse a una actitud de servicio. El soberbio crea un camino personal que no tiene en cuenta a los demás. Su interés está en si mismo y los demás existen en función de sus necesidades.
El amor es servicio, es servir con y por amor.  Quién no tiene la humildad de ponerse al servicio del objeto de su amor, no sirve para amar.  
Tener amor es saber soportar;  (debemos preguntarnos:) ¿Tengo paciencia?
es ser bondadoso;  ¿Soy servicial?
es no tener envidia,  ¿Siento envidia?
ni ser presumido,  ¿Hago ostentación de mi persona y virtudes?
ni orgulloso,  ¿Escucho o trato de imponer mi verdad? 
ni grosero,  ¿Soy falso?
ni egoísta;  ¿Soy egocéntrico, egoísta?
es no enojarse  ¿Soy irritable, colérico?
ni guardar rencor;  ¿Soy rencoroso?
es no alegrarse de las injusticias, sino de la verdad.  ¿Soy honesto con la verdad?
Tener amor es sufrirlo todo,  ¿Todo lo perdono, disculpo, justifico?
creerlo todo,  ¿Tengo fe en los demás?
esperarlo todo, ¿Tengo esperanza?
soportarlo todo (1Cor 13.4-7).  ¿Tengo tolerancia?

Cuando dice “sufrirlo, creerlo, esperarlo y soportarlo todo”, la palabra todo significa sin límites.  Esto humanamente es imposible si no existe amor, porque este al hacerse presente, como ya lo hemos dicho, también se hace presente Dios, porque como Dios es Amor, con su gracia todo se hace posible. 

Si al objeto de mi amor le digo “te quiero”, en lugar de “te amo”, o ni siquiera le digo te quiero, no es por error o desconocimiento, sino por no querer reconocer conscientemente que no existe amor, o no querer asumir el compromiso que implica el afirmarlo, porque…
Te amo, y ¿qué?,   ¿soy coherente con lo que digo?  ¿Lo manifiesto en conductas y actos en los que asumo el compromiso de amar?  ¿En que me sacrifico por ella/el para que pueda tener un momento mas grato, colaborar espontáneamente en muchas tareas y ocupaciones cotidianas?  ¿En que me niego a mi mismo para que ella/el sea un poquito mas feliz (privándome del descanso, sueño, TV, PC, etc.)?
¡Por eso no decimos “te amo”!... 
Sugiero una oración sencilla para alcanzar el amor al modo de Dios.  Un ejemplo:
Señor Jesús, yo no tengo esa capacidad de amar; enséñame a amar.

El “verdadero” amor conyugal

La mayoría de las personas tenemos heridas emocionales ocasionadas por carencias afectivas: falta de amor por parte de nuestros padres, rechazos, desprecios, abandonos, reproches, castigos, odios, resentimientos, etc., originados desde la concepción.
Son muy pocos los que pueden testimoniar que están sanos, a través de una entrega conyugal generosa e incondicional, y a través del tiempo.
Para vivir el amor auténtico, el verdadero, es necesario sanar las heridas emocionales por dos motivos:
· Tener la libertad que concede Cristo, para “poder” escuchar y obedecer a Dios: El Señor me envió a anunciar la liberación a los cautivos, a dar la libertad a los oprimidos.  Lc 4.18-19
Esto se concreta al sanar el ego, dándonos  libertad respecto al pecado, que fundamentalmente es la esclavitud de la razón a través del orgullo. 
· Llenar las carencias afectivas, de tal manera que lo que una vez fue una carencia, por obra de la gracia, se transforma en fuente de amor que se derrama hacia los demás.

A partir de esta realidad espiritual, la mayoría de los matrimonios no viven el amor verdadero, el amor con el que Dios nos ama y desea ser amado a través del conyugue.

El amor que la mayoría conoce, aún con la mejor intención y buena voluntad, está contaminado: es utilitario, egoísta.  Es lo que comúnmente llamamos querer*, testimoniándolo con: querida/o…, en vez de: amor, mi amor, amorcito, o cualquier apelativo cariñoso.
* Ver tema: ¿En que se diferencia querer de amar?

La crisis del mundo de hoy, es la crisis del hombre, es una crisis espiritual.  Crisis de amor.  Estamos matando al amor, al matar a Dios en nuestro corazón y en nuestra vida.

La solución está en una restauración del proyecto original que Dios tuvo desde siempre para cada uno, todos sus hijos y que en este caso se manifiesta en la “plenitud” del amor conyugal.

El amor a Dios, en nuestro corazón se manifiesta en la relación matrimonial, como el amor de Cristo a través nuestro hacia el conyugue, en quién Él se encuentra representado:  Cada vez que lo hicieron con el mas pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo.  Mt 25.40

Por el pecado de Adán y Eva, la naturaleza humana quedó debilitada con una tendencia hacia el orgullo, que consiste en mirarse a si mismo y a sus propios intereses como centro de su realidad existencial, de manera que debe ejercer violencia consigo mismo para poder hacer lo contrario.

Para salir de esta condición además de la voluntad, es necesario el auxilio de Dios a través de la gracia (poder) que Él concede como manifestación de su amor.

Además el mundo a través de la cultura laicista y atea promueve no solamente los antivalores, sino la cultura de la muerte, de un dios sin Dios.  Promueve modos de vida que exaltan el orgullo en todas sus formas, con lo cual se contrapone a la cultura del amor, solidaridad, generosidad, etc.

Ante esta realidad el matrimonio y la relación conyugal está cuestionada desde el comienzo.  La motivación queda en lo pasional, y cuando el fuego se apaga, ¿qué queda?

Para salvar al matrimonio es necesario no solamente un diálogo sincero y profundo, sino fundamentalmente  humildad, para poder ver los errores, equivocaciones, y de esta manera poder corregirse a la luz de Dios, porque es el único que puede cambiar el corazón, para hacernos nueva criatura: El que vive en Cristo es una nueva criatura: lo antiguo ha desaparecido, un ser nuevo se ha hecho presente, (porque) Yo hago nueva todas las cosas.  2Cor 5.17;  Ap 21.5

Además perdonarse mutuamente y a si mismos para que no haya reproches ni culpas que quitan la paz y generan resentimientos.  El perdón debe ser rápido y total, de lo contrario no existe perdón.

La mejor forma de poder concretarlo es colaborando mutuamente en esta tarea, aunque el conyugue no esté involucrado.  El amor es la mejor ayuda que se puede recibir.  

Para que exista un amor verdadero es indispensable que haya una unión espiritual, es decir unión de pensamientos y sentimientos.

Esto no significa que sean iguales, sino que tengan los mismos intereses y objetivos.  Para ello deben consultarse permanentemente en todo para que todas las decisiones sean compartidas.

De hecho hay muchos intereses y objetivos en la vida de todos, pero el único que lleva a la “verdadera” felicidad, al “verdadero” amor, y en este caso al conyugal, es el que nos propone Dios a través de su Hijo Jesús, el Camino (Jn 14.6); su camino de amor, porque Él, el Amor  (1Jn 4.8) se hizo camino para que siguiéndolo, aprendamos a amar.

Amar al prójimo, ¡pero de verdad!...

La Madre Teresa de Calcuta nos dice:  Hay diferentes clases de pobreza.  En la India algunas personas viven y mueren hambrientas.  En esos lugares, hasta un puñado de arroz es valioso.  En los países occidentales no hay ese tipo de miseria material.  Allí nadie se muere de hambre, ni siquiera se conoce el hambre como se conoce en la India y en algunos otros países.
Pero en Occidente hay otra clase de  pobreza: la pobreza espiritual que es mucho peor. La gente no cree en Dios,  no  reza.  A la gente no le importa nada del prójimo.  En Occidente tenemos la pobreza de aquellos  que no están  satisfechos con lo  que tienen, que no saben como enfrentar el sufrimiento, que enseguida se abandonan a la desesperación.
La pobreza del corazón es muchas veces más difícil de aliviar y exterminar que la pobreza material.  En Occidente hay una gran cantidad de hogares desunidos, de niños abandonados, y el divorcio es moneda corriente.
La pobreza espiritual del mundo occidental es mucho mayor que la pobreza física de nuestra gente. Ustedes, en Occidente, tienen millones de personas que sufren terrible soledad, un tremendo vacío.  Sienten que nadie los ama, que son rechazados.
Esta gente no padece hambre en el sentido físico, pero está hambrienta de otras cosas.  Saben  que necesitan algo mas que dinero, pero no saben qué es.  Lo que en el fondo extraña es una relación real y viva con Dios.
Si nuestros pobres han muerto de hambre, no es porque Dios no cuidó de ellos, sino porque ustedes y yo no fuimos capaces de dar.  No fuimos instrumentos en las manos de Dios para darle ese pan, esa ropa; no supimos reconocer a Cristo, cuando, una vez más, vino hacia nosotros bajo ese terrible disfraz: hambriento del hombre solitario, el niño solitario buscando alimento y abrigo.
El tema de nuestro juicio será constituido por el amor que hayamos demostrado.  Ellos son nuestra esperanza y salvación. 
Tenemos que ir a ellos y tratar a cada uno como trataríamos a Jesús.  No importa quiénes son o donde se encuentran.  Tenemos que ver en ellos a Cristo.
Tenemos que llegar a conocer a los pobres de nuestro entorno, porque solo conociéndolos seremos capaces de comprenderlos y amarlos.  Sólo cuando los amamos, podemos servirlos.
Lo que los pobres necesitan son nuestras manos para servirlos y nuestro corazón para amarlos.  La religión de Cristo es el amor y la difusión de ese amor.
Nuestra misión  requiere que sepamos ver a Jesús  en todo ser humano.  Nos ha dicho que es el hambriento, el desnudo, el sediento.  Es Él quién carece de hogar, quién sufre…  Todos los que padecen como Él, son Jesús en su terrible y sufriente disfraz.
Hambriento de amor, te mira.  Sediento de cariño, te implora.  Desnudo de lealtad, pone sus esperanzas en ti.  Enfermo y prisionero, espera tu amistad.  Busca abrigo en tu corazón.  ¿Le abrirás tu corazón y te brindarás a Él?
Los marginados, los rechazados, los que no son amados por nadie, los alcohólicos, los desahuciados moribundos, los abandonados y los solitarios, los descastados, los intocables, los que sufren de lepra… todos aquellos que son una carga para la sociedad, que han perdido toda esperanza y toda fe en la vida, que se han olvidado de lo que es una sonrisa, que han perdido la sensibilidad de la cálida mano de un amigo… todos ellos esperan un consuelo de nosotros.  Si les volvemos la espalda, es como si se la volviésemos a Cristo y en la hora de nuestra muerte seremos juzgados por la forma en que supimos conocer a Cristo y en  lo que le hemos sabido brindar.  Sólo habrá dos alternativas “ven” o “vete”.
Por eso, les ruego a todos y a cada uno de ustedes pobres y ricos, jóvenes y viejos que ofrezcan sus manos para servir a Cristo en los pobres, y que abran sus corazones para amarlo en ellos.  Pueden estar lejos o cerca, sufrir de pobreza física o espiritual, estar hambriento de amor y de amistad; pueden ignorar la riqueza del amor de Dios, pueden necesitar de un hogar de amor en tu corazón.  Y dado que el amor comienza por casa, quizás este Cristo hambriento, desnudo, enfermo o desamparado, se encuentre en tu propio corazón, en tu familia.
Tenemos que aceptar y reafirmar  la dignidad de los pobres, respetarlos, estimarlos, amarlos y servirlos…  Tenemos una deuda con los pobres.  A menudo pienso que es a ellos a quienes debemos nuestra máxima gratitud.  Nos permiten ayudarlos.  Y haciéndolo, estamos sirviendo a Jesús.
Sólo en el cielo sabremos cuánto le debemos a los pobres, por ayudarnos a amar a Dios a través de ellos.
Nunca olvidaré a un pequeñín hindú que me enseñó a amar a lo grande.  En Calcuta no había azúcar, y ese niño hindú, de cuatro años de edad, escuchó no sé dónde que la Madre Teresa tampoco tenía azúcar para sus niños pobres.  Entonces fue a su casa y le dijo a sus padres:  No comeré azúcar durante tres días.  Voy a dar esa azúcar a la Madre Teresa.
Después de tres días sus padres trajeron al niño a nuestro Hogar.  En su mano llevaba un pequeño frasco de azúcar, el azúcar que él no había comido.  El pequeño apenas podía pronunciar mi nombre, pero sabía ya lo que era amar de verdad, porque el amó hasta el dolor.  Le dolió privarse de azúcar durante tres días.  Pero ese niño me  enseñó como vivir el amor   a lo grande, porque no importa cuánto damos, sino cuánto amor ponemos en lo que damos.
                                                                                        
…¡pero de verdad!...

 A través de su Palabra, el Señor nos sigue pidiendo el diezmo:  Lleven el diezmo.  Mal 3.10 Este pedido implica un desafío para que hagamos una opción de fe, que a su vez es un acto de confianza en su Palabra. El desafío se concreta donde dice:  Sométanme a esta prueba y verán  si no les abro las compuertas del cielo y derramo para ustedes mi bendición en abundancia.  Mal 3.10
Al hacer este acto de amorosa confianza, implícitamente estamos autorizando a que la Divina Justicia pueda manifestarse misericordiosamente como Divina Providencia.
El Señor desea beneficiarnos a cada uno y por nuestro intermedio ser la mano providencial de Dios que se extiende a todos nuestros hermanos.
También nos pide que haciendo uso de nuestra libertad, nos asociemos a su proyecto providencial, tomando la iniciativa de solidarizarnos con las necesidades de cada uno y de todos ellos:
…porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed…  Los justos les responderán:  Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber?  Y el Rey les responderá:  Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo.  Mt 25.35-40
En este texto Jesús nos hace comprender que a Él se lo encuentra en el necesitado y que el amor hacia Él debe ser expresado en el hermano con obras, para que nuestra fe sea coherente.
¿De que sirve si uno de ustedes, al ver a un hermano o a una hermana desnudos, o sin alimento necesario, les dicen: vayan en paz, caliéntense y coman y no les dan lo que necesitan para el cuerpo?  Lo mismo pasa con la fe: si no va acompañada de las obras, está completamente muerta.  Sant 2.15-17
De lo contrario…: Hacen profesión de conocer a Dios, pero con sus actos lo niegan: son personas abominables, rebeldes, incapaces de cualquier obra buena.  Tit 1.16
Concreta y específicamente, ¿qué nos pide el Señor, aquí en la Iglesia de Buenos Aires, Nueva York, etc. (donde estemos).
Ahora voy a Jerusalén (o a los mas carenciados de tu ciudad) para llevar una ayuda a los santos de allí porque Macedonia y Acaya (los hermanos de las iglesias de Buenos Aires, Nueva York, etc.) resolvieron hacer una colecta a favor de los santos de Jerusalén que están necesitados.  Lo hicieron espontáneamente.  Rom 15.25-27
No es que yo busque regalos (para favorecer a los más necesitados, que de hecho son los beneficiados), solamente quiero  darles la ocasión de que ustedes se enriquezcan cada vez más delante de Dios.  Flp 4.17
…den con generosidad, sepan compartir sus riquezas.  Así adquirirán para el futuro un tesoro que les permitirá alcanzar la verdadera Vida.  Ecli 29.11
Por mi parte yo he experimentado una gran alegría y me he sentido reconfortado por tu amor (testimoniado), viendo como tú, querido hermano, aliviabas las necesidades de los santos.  Fil 7

El amor me compromete a colaborar en la salvación

Este trabajo está compuesto por tres temas: La Corrección, El Consejo y La Exhortación. Como un emparedado, el del medio (El Consejo) es el único que requiere una iniciativa del interesado, a través de una manifestación en ese sentido.

Para los que son dóciles al Espíritu, reconocen que es El quien pone este interés en el corazón dispuesto para una circunstancia determinada, en el tiempo y forma convenientes.

El primero y el último, son dos mandatos evangélicos que como un emparedado encierran al tercero, apretándolo y convirtiéndolo en un mensaje trinitario en su naturaleza, pero uno en su espíritu: el amor.

Hay un hilo conductor que los une, es el cuerpo Místico de  Cristo, que nos hace solidariamente responsables de la salvación (por  acción) y condenación (por omisión) de todos nuestro hermanos, en quien Cristo se encuentra representados: Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeños de mis hermanos, lo hicieron conmigo….. (y)  …..cada vez que no lo hicieron…. Mt 25.40, 45


La corrección


La corrección debe estar motivada exclusivamente en la obediencia a un mandato que siempre ha de venir de Dios y no de los hombres: Si yo le anuncio a alguien que va a morir por causa de su mala conducta, y tú no se lo adviertes, esa persona morirá por causa de su pecado, pero el culpable de su muerte serás tú. En cambio, si tú adviertes que debe apartarse del mal, y no te hace caso, esa persona morirá por causa de su pecado, pero tú no serás culpable de nada. Puede ser que una persona buena deje de hacer el bien y haga lo malo. Si yo lo pongo en peligro de muerte, morirá por causa de su pecado, y no tomaré en cuenta lo bueno que haya hecho antes. Pero el culpable de su muerte serás tú. En cambio, si le adviertes y deja de pecar, seguirá con vida, y tú quedarás libre  de culpa. Ez 3.18-21

Para renovar la palabra de Dios que es eterna, Jesús confirma este mensaje: Si uno  de mis seguidores te hace algo malo, habla con él a solas para que reconozca su falta. Si te escucha, lo habrás ganado de nuevo. Mt 18.15

En este mismo espíritu la confirma por medio de la Carta de Santiago: Si alguno de ustedes deja de confiar en la verdad que ha aprendido, y otro le devuelve la confianza, quiero que sepan esto: quien hace que un pecador deje de pecar, salva su vida de la muerte y logra que Dios le perdone sus muchos pecados. Stg 5.19-20

La corrección es como aplicar los frenos a un vehículos que avanza veloz por la carretera; necesita muchos metros de frenada, u otros menos si los frenos se aplicaran con más fuerza. Además, posteriormente deberá invertir su dirección.

Esta explicación es para hacer consciente que toda corrección implica no solamente una inversión de la conducta (equivocada), sino fundamentalmente una violencia propia para poner fin a la oposición por el orgullo, respecto a la voluntad de Dios.

A esta violencia propia de las personas objeto de nuestra corrección, se le suma la humillación de su orgullo,  al recibir la palabra del Señor por la que es cuestionada.

Al mencionar la palabra “a solas” que en otras traducciones es “en privado”, se refiere en lo secreto, para que no haya testigo que lo haga sentirse más humillado todavía, cuidando de no herir el corazón de la persona. Además favorece para que baje sus barreras emociónales defensivas del orgullo, lo que la predispone ver y escuchar el mensaje espiritual.

La corrección debe ser una manifestación de amor, de un amor verdadero, no fingido, de lo contrario se vuelve contra si mismo, como un boomerang. El amor desarma a cualquier persona y la motiva poderosamente para toda empresa, hasta las más heroicas: Ustedes, los que están animados por el Espíritu, corríjanlo con dulzura. Gal 6.1

A veces tenemos situaciones emocionales por las cuales caemos en el error. Si no se tiene la humildad para reconocerlo y la libertad que concede Cristo, para hacer un honesto juicio propio, este permanece debido a la ceguera espiritual: Por más que escuche, nunca entenderá; y por más que mire, nunca verá, pues no aprende ni piensa sino que cierra los ojos para no ver, y se tapa los oídos para no oír. Mt. 13.14-15

También es una oportunidad para rectificar alguna desviación de la verdad, o para centrarnos más en ella, garantizando de esta manera un crecimiento permanente.

Además es un reaseguro en la virtud de la humildad, porque la disponibilidad al autoanálisis en relación con la verdad y el amor, nos ayuda a mantener esta virtud. Por estos motivos debemos desear ser corregidos.

Jesús al decirnos: Si tu hermano peca, corrígelo en secreto (Mt 18.15), nos está indicando una conducta, que a su vez está incluida dentro de un mandato: Corríjanse los unos a los otros. Col 3.16


El consejo


Una de las manifestaciones de afecto menos conocidas y peor valoradas, es la de brindar un consejo oportuno a quién lo necesita. Es una manifestación de amor desinteresado de quién quiere bien y el bien del otro. Por medio de el, la persona siente que un corazón ama al suyo y se ha apoyado junto a el. Se siente amada por él. Es la tierna imagen de la cabeza de un bebé apoyada en el pecho de su madre.

La persona dispuesta a brindar un consejo debe dar la oportunidad de que la eventual receptora lo pida expresamente, de lo contrario sería una imposición. Para que sea útil debe existir interés.

Además se debe respetar hasta los más ínfimos detalles de los tiempos y modos de cada persona como los respeta Dios, de lo contrario con la impaciencia e intolerancia, por soberbia, se trataría de reemplazar a Dios.

Para brindar un consejo, el Espíritu Santo suele utilizar la riqueza acumulada en la experiencia personal, que está matizada con los dones del Espíritu Santo, que le dan un sentido distintivo en la vida de cada uno. Esto no siempre es así, sino que es una herramienta más para un trabajo espiritual determinado.

Esta riqueza no es conocida porque está en el subconsciente y en el corazón, pero cuando se dispone a dar un consejo el Espíritu Santo saca de él las riquezas con las que quiere enriquecer a los demás: La gente buena siempre hace el bien, porque el bien habita en su corazón. Lc 6.45

Nosotros mismos quedamos sorprendidos de lo que el Espíritu pone en nuestros labios, transformándonos en los primeros testigos de lo que El obra en nosotros y a través nuestro. Esto nos brinda confianza en El y nos estimula en un permanente y constante crecimiento.

Para poder brindar un consejo espiritual es necesario el discernimiento y docilidad espiritual.

-DISCERNIMIENTO: Es la capacidad de comprender espiritualmente lo que viene o no de Dios. Es la luz para comprender la realidad espiritual de la persona y su disposición espiritual respecto a Dios, manifestada en toda su humanidad.

-DOCILIDAD: Para dejarse guiar por el Espíritu Santo y no intentarlo desde un criterio y juicio propio. El que está dispuesto en estas condiciones, analiza toda la información que recibe con amor y comprensión. Esta información deberá ser facilitada providencialmente en tiempo y forma para poder concretar el discernimiento. Si esto se frustrara, no sería obra de Dios, sino proyecto humano.

Toda persona al sentirse comprendida, se siente apreciada, querida, por lo cual baja las defensas psicológicas y se vuelve emocionalmente vulnerable. La responsabilidad que no puede asumir en dicha circunstancia, se traslada hacia la persona depositaria de la confianza. Este es el momento en el cual abre su corazón para volcar en confidencias dolores y angustias que no ha contado a nadie más. En ese preciso momento una sola palabra producto de un juicio con criterio propio puede generar una herida emocional muy grande.

Si el consejo fuera de una persona que no posea estas características, produciría mucho daño. Además de las heridas emocionales, fundamentalmente obstruiría el proyecto que Dios tiene previsto concretar en tiempo y forma a través de su Divina Providencia.

La torpeza de este consejero orgulloso obliga a Dios a reparar su proyecto original. También corre riesgo la salud espiritual y la fe de la persona. No todos los malos consejos pueden llegar a esas consecuencias, pero según la salud espiritual de la persona, podría ser causa de que haga crisis su situación espiritual.

Dios no necesita que nosotros brindemos ningún consejo, porque el Espíritu Santo es “el consejero”, pero desea servirse de cada uno, todos sus hijos, como colaboradores providenciales en la dispensación de su gracia. De esta manera adquirimos méritos por medio del ejercicio de la caridad (la mas importante de las virtudes teologales), y también debido a que por nuestra natural rebeldía, se nos hace más fácil aceptar las sugerencias de Dios a través de nuestros hermanos, que de esta manera se han transformado en Evangelio hecho carne: El que conoce a Dios nos escucha, pero el que no es de Dios no nos escucha. 1 Jn 4.6


La exhortación


El diccionario define al verbo exhortar así: Inducir a uno con palabras y ruegos a que haga o deje de hacer una cosa. Animar.

Es un mandato evangélico que Jesús encomendó al apóstol Pablo. Al convertir su corazón en misericordioso, lo hizo apto para esa misión.

En sus cartas habla con el apasionamiento de un padre, interpretando cabalmente los sentimientos de Dios. Por eso, cuando menciona la palabra exhortación y no consejo, es porque está manifestando un consejo apasionado: Hasta que yo llegue, dedícate a la proclamación de las Escrituras, a la exhortación y a la enseñanza. 1Tim 4.13

La exhortación no consiste en comunicar la verdad, sino, inducir a la práctica de las enseñanzas recibidas. La enseñanza a veces requiere de la exhortación para que no quede exclusivamente en un acopio de conocimientos, sino que se convierta en norma de conducta y sea provechosa.

Esta da una fuerza especial y un poder de convicción muy grande, mediante los cuales se consigue que la persona a quien se dirige,  haga lo que debe hacer en un momento determinado, o se abstenga de realizar una mala acción que tiene planeada.

Pablo da unas normas muy sabias de cómo se debe ejercer con las distintas personas: No reprendas al anciano, sino exhórtalo (anímalo = estimúlalo) como un padre. Trata a los jóvenes como a hermanos, a las ancianas  como a madres, y a las jóvenes como a hermanas, con toda pureza. 1 Tim 5.1-2.

Lo que Pablo nos inculca es que debe hacerse siempre con amor: paternal, filial, o fraternal, pero nuca con dureza, de lo contrario no produciría ningún beneficio, sino una posición negativa que incita a la rebeldía.

Una característica, es la sabiduría que siempre debe acompañarla a fin de que sea eficaz. Por eso Pablo, al escribirle a Tito le dice que: debes apegarte al verdadero mensaje que se te enseñó, para que también puedas animar a otros por medio de la buena enseñanza y convencer a los que se oponen. Tit 1.9

Hoy a nosotros nos dice: Debes hablar, animar y reprender con toda autoridad (porque) es Dios el que anima a los hombres por intermedio nuestro.  2Tit 2.15; 2Co 5.20

El objeto de la exhortación puede ser muy diverso. En la Carta a los Hebreos, el autor nos invita a ello, para que no se detenga el crecimiento espiritual: Anímense mutuamente, a fin de que nadie se endurezca engañado por el pecado.  Heb 3.13

La fe cristiana es fundamentalmente testimonial y este testimonio lleva impresa una implícita exhortación espiritual de Cristo al corazón del hombre, por medio de la gracia. Por este motivo la exhortación es una parte constitutiva de la fe en Dios, a través de Cristo.

¿Se obedece esta Palabra de Dios, o por desobediencia se cae en el pecado de omisión?: El que sabe (o puede) hacer el bien y no lo hace comete pecado. Sant 4.17

El pecado consiste en negarse a amar.

El amor se expresa con las palabras del corazón


Al principio existía la Palabra y la Palabra estaba junto a Dios y la Palabra era Dios.  Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe.  Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros.  Jn 1.1, 3, 14
En la era de la súper comunicación (medios) estamos súper incomunicados humana y espiritualmente.
Hoy las persona tienen poca y relativa importancia en la vida de sus semejantes; ésta se concreta en la medida en la que se pueda “utilizar” para cubrir una necesidad.  Este concepto utilitario está basado en el egoísmo hoy generalizado en la sociedad y promocionado por la política internacional del neoliberalismo económico ateo.
Uno de los mayores obstáculos y que a su vez (vaya paradoja) evidencia   la incomunicación ya existente, es el uso indiscriminado de la televisión.
La televisión corta el diálogo familiar y con él la comunicación afectiva.  El momento más importante del día para la familia es la sobremesa después de cenar.  Es el momento en el que se debería volcar en diálogo todas las vivencias de la jornada de cada uno de los integrantes de la familia, así como todas sus inquietudes, ansiedades, angustias y preocupaciones, para encontrar solución, tranquilidad, paz en el espíritu y hacer el intercambio afectivo de querer y sentirse querido, esto es: aprender a amar, amando.  Al frustrarse esto la familia se transforma en una escuela de egoísmo donde cada uno aprende a “usar” del otro para suplir sus carencias y necesidades y convierte al hogar en un hotel.
Dice la Santísima Virgen*: No pierdan tiempo delante de la televisión que es el instrumento más fuerte en manos de mi adversario para difundir por todas partes la tiniebla del pecado y la impureza.  La televisión es el ídolo del cual se habla en el Apocalipsis, construido para ser adorado por todas las naciones de la tierra y al cual el maligno da forma y movimiento para que se convierta en sus manos, en un terrible medio de seducción y perversión. (Mensaje del 17-2-88).
Diálogo es la trasmisión afectuosa de palabras de un corazón a otro, pero respondiendo desde la razón, con el lenguaje del corazón, para que sea interpretado de la misma manera.  Ejemplo: si mi interlocutor hablara en un idioma desconocido, no lo puedo comprender con el “oído de la razón”, sino con el “oído del corazón”, que me permite compartir sus mismos sentimientos: alegría, tristeza, euforia, duda, confianza, incertidumbre, ira, dolor, pena, angustia, etc.  El tema es solo un medio, se podría decir, una excusa para iniciar una comunicación afectiva.
El ser humano a diferencia de los animales, se comunica con el corazón, a través de la palabra: Porque la boca habla de la abundancia del corazón (Mt 12.34) utilizando para ello en primer lugar la voz, por medio de la palabra (no siempre, ni únicamente), luego, la mirada, los gestos del rostro y del cuerpo en general.
*Extraído del libro A los Sacerdotes hijos predilectos de la Santísima Virgen, editado por el P. Esteban Gobbi, fundador del Movimiento Sacerdotal Mariano

Después de haber hablado por medio de los Profetas, ahora Dios nos habló por medio de su Hijo.  Heb 1.1-2
Cristo al regresar junto a su  Padre, posibilitó al Espíritu Santo (Tercera Persona de la Sma. Trinidad) para que pudiera actuar con toda la potencia que emana de su divinidad, dentro del plan establecido por Dios, para la salvación de la humanidad.
La Palabra volvió al Padre, para regresar al hombre en la Persona del Espíritu Santo.  Pero ya no para estar en la mente, sino en su corazón, por este motivo, Dios dice:  La Palabra que sale de mi boca no vuelve a mí estéril, sino que realiza todo lo que yo quiero y cumple la misión que le encomendé.  Is 55.11
El corazón del hombre es el templo del Dios Vivo, es el Santísimo por excelencia, es el lugar donde habita Dios:  ¿No saben que ustedes son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes?  ¿O no saben que sus cuerpos son templo del Espíritu Santo, que habita en ustedes y que han recibido de Dios?  (1Cor 3.16; 6.19).  En ese mismo lugar reside su Palabra.  ¿Quién desea escucharla?      
Dialogar es “escuchar el corazón” del otro y el escucharlo, es amarlo, compartiendo la miseria de todo corazón humano.
Al igual que la electricidad es trasmitida por un cable, la palabra del hombre es el trasmisor del amor de Dios.  Si no ponemos resistencia (cortocircuito), el Espíritu Santo dará testimonio de Jesús a través nuestro, utilizándonos como cables eléctricos para trasmitir su amor.  Si amamos de verdad y con el corazón, seremos superconductores de la Palabra y ella se hará carne en nosotros.
La palabra del hombre está vaciada de contenido porque el contenido de “toda” palabra es el factor espiritual que le da sustento.  El factor espiritual le otorga veracidad, credibilidad, intimidad, respetabilidad, amabilidad, bondad, afectividad:  El hombre bueno saca el bien del tesoro de bondad que tiene en su corazón.  Lc 6.45
Cristo es la Verdad (Jn 14.6) y el que no está con Él, vive en la mentira; en consecuencia dice mentiras y su palabra está vacía de valores espirituales.
Al creerle a un mentiroso me hago cómplice de su mentira, tratando a Dios de mentiroso.  Esto nos lleva a plantearnos la pregunta: ¿por qué le creemos a un mentiroso, si su palabra no tiene credibilidad?
Al no “vivir” la Palabra de Dios, de hecho,  nos hacemos cómplices de la mentira.  Esto genera remordimientos de conciencia por el sentimiento de culpa al reconocernos mentirosos y que por orgullo no queremos admitir:  El hombre malo saca el mal de su maldad, porque de la abundancia del corazón habla la boca.  Lc 6.45                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                     

Que sean uno (como nosotros, Padre) Jn 17.22

Hoy todo matrimonio está en crisis, porque todo hombre y mujer lo están. ¿Puede ser el matrimonio una excepción? ¿Por qué?

Veamos que dice la Palabra de Dios:

El Espíritu Santo afirma claramente que en los últimos tiempos habrá algunos que renegarán de su fe, para entregarse a espíritus seductores y doctrinas demoníacas. Habrá gente que se burlará de todo y vivirá de acuerdo a sus pasiones. Los hombres serán egoístas, amigos del dinero, jactanciosos, soberbios, difamadores, rebeldes con sus padres, desagradecidos, impíos, incapaces de amar, implacables, calumniadores, desenfrenados, crueles, enemigos del bien, traidores, aventureros, obcecados, más amantes de los placeres que de Dios; y aunque harán ostentación de piedad, carecerán realmente de ella. 1Tim 4.1; Js 18; 2Tim 3.2-5

Esto se refleja en toda nuestra realidad existencial: social, política, laboral, sentimental, etc.

Por ejemplo, falta de valores ético-morales en toda la dirigencia, que en vez de utilizar sus cargos jerárquicos para servir, se sirven de ellos para exclusivo beneficio propio; falta de respeto, consideración, tolerancia, seguridad pública y privada, explotación y esclavitud económico-laboral, desprotección sanitaria, degradando la calidad de vida y denigrando la condición humana, desprotección socio-económica de la niñez y ancianidad, utilización emocional de las personas por cualquier motivo y para cualquier fin, etc.

Constantemente, somos agredidos inconcientemente y basta cualquier hecho intranscendente y circunstancial, o un problema insignificante, para que sea la gota que rebalsa el vaso.

Vivimos tensionados y cualquier situación nos desestabiliza emocionalmente, ¿por qué sucede esto?

En estos últimos tiempos Dios permitió que Satanás y las legiones demoníacas tentaran a los hombres para que tomemos posición frente al amor de Dios, expresado en la persona de Jesús y además para que crezcamos el máximo posible en todas las virtudes.

Para ello se debe ceder la conducción propia, al igual que entregar el volante del automóvil, para que Jesús decida el destino, y a partir de ello todas las decisiones que se deban tomar. 

Esto representa una humillación para el orgullo, y también produce temor, pero por el acto de fe, el Espíritu Santo brinda la experiencia del gozo espiritual en el corazón a manera de premio y estímulo.

Como consecuencia, al igual que la abeja busca el néctar en la flor, el alma desea seguir los deseos que el Espíritu Santo pone en el corazón.

El amor no es algo abstracto, psicológico, etc., es una «persona» y tiene nombre: Jesús, el Hijo de Dios Padre y Segunda Persona de la Santísima Trinidad.

 Donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, yo estoy presente en medio de ellos. Porque Dios es amor y el que permanece en el amor permanece en Dios, y Dios él.  Mt 18.20; 1Jn 4. 16

Jesús construye el amor, la unidad, garantiza el gozo y la felicidad que humanamente cada día se nos hace más inalcanzable. Más aún, se llega a un gozo mucho mayor de lo que humanamente fuese posible, porque Jesús que es vida (Yo soy la Vida Jn 14.6), cuando se hace presente por medio de la Gracia, se manifiesta la plenitud de ella.

Solamente si Jesús está presente en sus vidas podrán seguir el consejo: Sométanse los unos a los otros, por consideración a Cristo.  Ef 5.21

La expresión someterse no debe interpretarse como una subordinación servil, sino como fruto del amor que impulsa a la dependencia afectiva con el amado y que se traduce en un servicio cariñoso, afectuoso.

Háganse servidores uno del otro por medio del amor.  Gal 5.13

Al estar impregnado de amor, por más pesado y doloroso, se convierte en liviano y gozoso.

La ausencia de Cristo por falta de compromiso con la fe, hace que toda relación se desgaste. ¿Por qué?

El desgaste se produce porque:

1-   Naturalmente tenemos la tendencia (consecuencia del pecado original) a centrarnos sobre nosotros mismos,
2-   El interés por el otro se convierte en un sentido utilitario,
3-   Juzgamos al cónyuge con criterio humano (egoísta), que es contrario al criterio de Dios (amor): El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. 1Cor 13.7

En una palabra, después de la pasión de los primeros años de la convivencia conyugal, solamente los matrimonios que ponen a Jesús en sus vidas, o lo que es lo mismo, el amor oblativo (renuncia sacrificada del ego manifestada en hechos concretos), pueden vivir la experiencia del amor.

Para la mayoría es solamente una situación de conveniencia, o distintos motivos o intereses: los hijos, incapacidad de independencia económica, o habitacional, cobardía, motivos religiosos, sociales, etc.

¡Cuiden ustedes, de su propio espíritu y no falten a la promesa que le hicieron a la esposa (/o) de su juventud!  Mal 2. 15

Una afección espiritual es desencadenante de un proceso  psico - emocional que afecta a todos los niveles de la personalidad: El espíritu del hombre lo sostiene en su enfermedad, pero ¿quién levantará  a un espíritu abatido?  Prov 18.14

Hoy la medicina confirma que la angustia y depresión bajan las defensas del sistema inmunológico, favoreciendo la aparición de cualquier padecimiento o enfermedad.

Dios nos advierte que la única medicina preventiva para la salud es la felicidad, que incluye la prolongación de los años de vida: ¡Feliz el marido de una buena esposa: (Feliz la mujer de un buen marido): se duplicará el número de días!  Ecli 26.1

Por ese motivo…


                                               Que sean uno (como nosotros Padre)

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Bienvenidos a Luz del Espíritu Santo.