viernes, 30 de diciembre de 2011

Los celos de Dios

Cuando Dios se reveló a moisés, le dijo: No tendrás otros dioses delante de mí. No te harás ninguna escultura y ninguna imagen. No te postrarás ante ellas, ni le rendirás culto; porque yo soy el Señor, tu Dios, un Dios celoso.  No te postrarás delante de ningún otro dios, porque el Señor se llama «Celoso»:  él es un Dios celoso.  Ex 20.3-5; 34-14

No vayan detrás de otros dioses, de los dioses de los pueblos que están alrededor de ustedes. Porque el Señor, tu Dios, que está en medio de ti., es un Dios celoso, y si su enojo se enciende contra ti, te exterminará de la tierra.  Deut 6. 14-15

Ustedes no pueden beber de la copa del Señor y de la copa de los demonios: tampoco pueden sentarse a la mesa del señor y a la mesa de los demonios. ¿O es que queremos provocar los celos del Señor?  1Cor 10.21-22

Según el diccionario, celos es: sospecha, inquietud y recelo de que la persona haya cambiado o cambie su cariño, poniéndolo en otra.

Esto está producido por la falta de confianza en el amor de la persona a la que se ama, por duda o carencia de amor del amante hacia la amada, en quien transfiere sicológicamente esta duda, y también debido al padecimiento de un estado enfermizo, producido por heridas ocasionadas a través de carencias afectivas.

El celo de Dios no figura en los diccionarios, no se puede comprender con la razón, porque es un misterio como todo lo que viene de Él, pero si con el espíritu. Por lo tanto comenzaré un análisis:

El celo se podría decir, consiste en que Dios sufre el desprecio de cada uno de sus hijos como una nueva crucifixión, con cada inclinación afectiva puesta en cualquier cosa o sentimiento, que lo desplace del lugar del corazón, que Él ha dispuesto para si mismo: ¡Maldito el hombre que confía en el hombre y busca su apoyo en la carne, mientras su corazón se aparta del Señor!  Jr 17.5

Cuando Israel era niño yo lo llamé y de Egipto llamé a mi hijo. Era para ellos como los que alzan una criatura contra sus mejillas, se enciende toda mi ternura.  Os 11.1, 4, 8

Tu eres de gran precio a mis ojos, porque eres valiosos y yo te amo.   Is 43.4
Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió profundamente. Lc 15.20

Somos la perla preciosa, por la cual pagó con la vida de su Hijo (Mt 13.45-46) y también la oveja perdida y encontrada que cargó sobre sus hombros (Lc 15.1-7).

El amor infinito y apasionado de Dios por su criatura, exige con derecho una respuesta que siempre va a ser insuficiente y que está limitada por la naturaleza humana debilitada como consecuencia del pecado. Esta infinita distancia del amor humano, al amor de Dios se logra recorrerla mediante la voluntad: con la apertura del corazón (Yo estoy junto a la puerta y llamo: si alguien oye mi voz y me abre, entraré Ap 3.20) y con deseos de fidelidad.

El celo de Dios es una exigencia de fidelidad, pero para ser coherente con su amor, este debe ser manifestado constantemente en la rutina de la vida cotidiana, donde Dios manifiesta su amor de la misma manera.

Este amor exige una respuesta, respuesta de amor… Es como el fuego de la pasión, ¡que quema…, si, que quema!..., es un fuego devorador.  Deut 4.24

Dios brinda todo lo que el hombre necesita y mucho más aún, sin merecerlo, pero espera que el tome la iniciativa en corresponderle por medio del reconocimiento, agradecimiento. Es más, hasta le aconseja que lo ame, para que El pueda corresponder con una manifestación de su amor.

Cuando Dios dijo a Moisés: yo soy el Señor, tu Dios, un Dios celoso (Ex 20.5), eran para ser interpretadas literalmente, pero a partir de Cristo, el Espíritu Santo vino a renovar todo y a dar plenitud a la Palabra de Dios.

Al no amar a Dios cometemos un adulterio en el corazón, porque el corazón le pertenece por derecho propio. De la misma manera cuando en el matrimonio cometemos adulterio con una prostituta, primero lo cometimos en el corazón: El que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón. Mt 5.28

Por este motivo la prostitución no se remite exclusivamente a la relación  sexual, sino fundamentalmente al adulterio del corazón cuando rechaza el amor de Dios por un interés egoísta. Justamente la relación sexual es una de las manifestaciones en la que se expresa esta realidad, yo diría, mucho más expresiva.

¡Como se ha prostituido la ciudad fiel!  Is 1.21
Así habla el Señor: Recuerdo muy bien la fidelidad de tu juventud, el amor de tus desposorios.  Jr 2.2
Tú, que has prostituido con tantos amantes ¿podrás volver a mí?  Jr 3.1
Si quieres volver, Israel, vuélvete a mí. Si apartas tus ídolos abominables no tendrás que huir de mi presencia. Jr 4.1
El país no hace más que prostituirse, apartándose del Señor.  Os 1.2
Yo te desposaré para siempre, te desposaré en la justicia y el derecho, en el amor y la misericordia; te desposaré en la fidelidad y tu conocerás al Señor.  Os 2.21-22

Dios ama a todos sus hijos con un amor único que es exclusivo para cada uno, pero nosotros no correspondemos a su amor en la misma medida.

Cuando una maestra tiene una especial dedicación con el alumno que pone empeño e interés, no por ello descuida a los demás, o hace diferencia alguna, sino que la diferencia la establece el propio alumno.

De la misma manera el Divino Maestro responde con “especial dedicación” a los que responden con amor, y proporcionalmente a esta respuesta será la dedicación de Dios con cada uno, todos sus hijos.

Nuestro camino en la vida espiritual es original, único e irrepetible, porque es un camino personal.

Para este camino Dios diseña un proyecto providencial, que se va cumpliendo en nuestro tiempo histórico, por medio de la libertad y la voluntad.

Son muchas las variantes en las formas de cómo Dios se vale para guiarnos en nuestro camino, pero fundamentalmente son dos las más importantes.

Una, es la que se vale de sacerdotes como directores espirituales para guiarnos en nuestro camino. Además de todas y cada una de las personas que providencialmente nos va poniendo en el camino a lo largo de toda la vida y que contribuyen en el crecimiento espiritual.

Otra, es la que Dios a través del Espíritu Santo asume como director espiritual de su hijo.

Estas dos pueden estar, y de hecho lo están, relacionadas entre sí, durante toda la vida.

Testimonio: Por distintas causas providenciales, Dios impidió que tuviera un director espiritual, evitando que por carencias afectivas me apoyara emocionalmente en la persona. Para compensar esto me concedió discernimiento espiritual. A los 43 años, al ingresar a un grupo de oración, comprendí que los dones que consideraba “naturales” habían sido desarrollados por obra del Espíritu Santo, a quién no conocía, y menos aún podía imaginar que había sido mi director espiritual.

Como Dios conoce la disponibilidad y docilidad del corazón de cada uno, antes de ser llamados a la existencia, dispone de una pedagogía especial y personal con cada uno, todos sus hijos.

Cuando una persona comienza un camino de compromiso con la fe, se produce un crecimiento espiritual mas acelerado y el Espíritu Santo va produciendo un cambio en el corazón.

Este consiste en que lo lleva al recogimiento, al silencio interior, la oración para escuchar al Señor en el corazón. Simultáneamente va produciendo cambios de hábitos con respecto al tiempo libre, esparcimiento, relaciones con los medios de difusión, etc.

También, va poniendo distancia con respecto a algunas personas hasta con las que estamos vinculadas por una amistad de toda la vida y nos va acercando a otras desconocidas, pero que son espiritualmente mucho mas convenientes.

En determinado momento del crecimiento espiritual el Espíritu Santo lo llevará de la soledad con Dios, ala intimidad pasional, donde no puede existir un tercero.

En ese momento la soledad se transformará en intimidad, necesaria para que exista el crecimiento profundo de la confianza en la persona de Cristo y en su consecuente disponibilidad.

Una vez logrado este objetivo, el mismo Espíritu Santo que lo llevó al desierto para el encuentro nupcial (¡Que hermosa eres amada mía, eres mi amor y mi delicia!  ¡Me has robado el corazón!  Cant  4.1; 7.7; 4.9), lo enviará, tomando la iniciativa sobre las personas con las que se deberá relacionar.

A partir de entonces, el Espíritu Santo le presentará a cada persona para realizar una tarea espiritual específica, que El mismo inspirará en tiempo y forma.

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