viernes, 30 de diciembre de 2011

¿Qué es conversión?

Según el diccionario es:  Mutación.  Transformación de una cosa en otra.  Mudanza de vida, abandonando la mala y adoptando la buena.
Juan el Bautista proclamó:  Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca, produzcan el fruto de una sincera conversión.  Mt 3.2, 8
Esta conversión o cambio que proponía Juan consistía en el arrepentimiento de los pecados:  La gente se hacía bautizar por él en las aguas del Jordán, confesando sus pecados.  Mt 3.5-6
La conversión puede ser falsa si no se asume su compromiso responsablemente. Ejemplo:  usan a Dios cuando se necesita y después se olvidan de él.  Un dios a su medida.
El mundo y todo lo que se desprende de el se mueve conforme al criterio de este mundo, según el Príncipe que domina el espacio (Ef 2.2), que se contrapone con el criterio de Dios.
El orgullo hace que el hombre interprete cada cosa desde su propia mirada (subjetiva), distorsionando la verdad (objetiva), dándole una interpretación intencional o intencionada.
Esta interpretación tergiversada de la verdad está influenciada por el padre de la mentira.  Jn 8.44
A través del amor vivido con honestidad se busca la verdad objetiva y Cristo:  la Verdad (Jn 14.6), se deja encontrar.
Si la persona de fe busca la verdad en forma permanente, la lleva a renovar su mentalidad de hombre natural (carnal)(1Cor 2.14), para transformarse en el hombre espiritual.  1Cor 2.15
Esto que parece imposible se concreta con la ayuda de la gracia, que el Señor concede proporcionalmente a la voluntad y disponibilidad en servir con honestidad a la verdad.
Todo “deseo” de hacer lo que es bueno, lo que agrada a Dios, él lo toma como voluntad, como hecho consumado.  Para él, en esto consiste la perfección:  Sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo.  Mt 5.48
Algunas citas: 
Jesús les dijo:  Así está escrito :  el Mesías debía sufrir y resucitar de entre los muertos al tercer día, y comenzando por Jerusalén, en su Nombre debía predicarse a todas las naciones la conversión para el perdón de los pecados.  Lc 24.46-47
Produzcan el fruto de una sincera conversión. Mt 3.8
Les aseguro que habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse.  Lc 15.7
Les aseguro que si ustedes no cambian o no se hacen como niños, no entrarán en el Reino de los Cielos.  Mt 18.3

De Jesús aprendieron que es preciso renunciar a la vida que llevaban, despojándose del hombre viejo, que se va corrompiendo dejándose arrastrar por los deseos engañosos, para  renovarse constantemente en lo más íntimo de su espíritu, según la imagen de su creador.  Ef 4.22-23; Col 3.10
La conversión nunca termina, porque la debilidad espiritual ocasionada por el pecado original, nos dejó la tendencia a desviarnos del camino, y permanentemente debemos hacer las correcciones necesarias.  A veces es Dios mismo quién brinda esta oportunidad, según su designio misericordioso:
·      Por causas ajenas a nosotros, que accidentalmente nos desvían:  situaciones dolorosas,  accidentes, etc.
·      Para un mayor crecimiento en docilidad y disponibilidad.
·      Para crecer en misericordia y capacidad de amar.

La conversión comienza con el camino que emprendemos al seguir las huellas de las pisadas de  Jesús, al seguir su “Camino”.  Hch 9.2
Para ello es necesario amar a Jesús y arriesgarse, jugarse por él, renunciando a proyectos propios, para asumir los suyos como si fueran nuestros:  El que quiera venir detrás de mí que renuncie a si mismo, que cargue con su cruz y me siga.  Mt 16.24
Jesús no nos pide que carguemos con su Cruz, sino solamente la nuestra, porque con el auxilio de la gracia hace que sea pequeña y liviana.
Esta consiste en poner todo nuestro pasado en sus manos; que incluyen fracasos y frustraciones que por sus méritos se transforman en nuestra riqueza espiritual:  Olvidándome del camino recorrido, me lanzo hacia delante y corro en dirección a la meta.  Flp 3.13-14
Al entregar también el presente, se transforma en una realización plena como persona, con la plenitud de gozo y felicidad, según el proyecto providencial que Dios diseñó desde toda la eternidad:  Todo lo que hasta ahora consideraba una ganancia, lo tengo por pérdida, a causa de Cristo.  Por él, he sacrificado todas las cosas, a las que considero como desperdicio, con tal de ganar a Cristo y estar unido a él.  Flp 3.7-9
Este presente se transforma en un futuro que comienza ahora mismo y no tiene fin.
Es difícil poder comprender que la felicidad y el gozo plenos, puedan ser eternos ya desde ahora, en un mundo donde lo único que permanece es el dolor y la muerte.
Estamos llamados a la plenitud de la vida, que comienza ya aquí y desde ahora y para ello también es necesario adquirir una nueva conciencia.  Esta conciencia se logra a través de la contemplación.
Contemplación es descubrir la presencia de Dios, su voz, su pensamiento en la rutina cotidiana, donde está impreso el amor íntimo y profundo por su creatura.  Es descubrir que Dios nos habla personalmente a través de un lenguaje que solo nosotros podemos comprender, porque forma parte de nuestros secretos, de nuestros deseos más íntimos, de nuestra imaginación, de nuestro modo de ver las cosas.
 Consiste en ver la acción de Dios que está constantemente dirigiendo todas las cosas y acontecimientos, para llevarnos a cada uno, a todos, a la salvación.  Nada queda fuera de esta mirada de fe.  Es mirar con los ojos de Dios y comprender “toda” la realidad con su mirada de amor.
El amor de Dios tiene su máxima expresión en la Redención que nos obtuvo Cristo y los Sacramentos que nos dejó para comunicarnos su vida por medio de la gracia.
Este amor fundamentalmente está expresado desde el principio con la Ley, o los Diez Mandamientos, que Jesús vino perfeccionar, a dar plenitud, convirtiéndose en un “mandamiento nuevo”.
Los Mandamientos para los cristianos son los “consejos” que hablan a la razón y al corazón de todo hombre de buena voluntad, para estimularlo al crecimiento en el amor a Dios y hacia todos los hombre en quienes él se siente representado.
Según San Pablo, losa mandamientos tienen la función principal de denunciar y manifestar el pecado. CIC 1963  (Catecismo de la Iglesia Católica)
Son como las señales viales que están en los costados de rutas carreteras y autopistas:  dan todas las indicaciones para advertir anticipadamente en tiempo y forma las distintas medidas y precauciones a tomar.  En una palabra son las señales convenientes y necesarias para llegar al destino prefijado con seguridad y comodidad,
Los exhorto a que se dejen conducir por el Espíritu de Dios, y así no serán arrastrados por quienes siguen los malos deseos:  cometen inmoralidades sexuales, hacen cosas impuras y viciosas, adoran ídolos y practican brujería.  Mantienen odio, discordias y celos.  Se enojan fácilmente, causan rivalidades, divisiones y partidismos.  Son envidiosos, borrachos, glotones, participan en orgías y otras cosas parecidas.  En cambio lo que el Espíritu produce es:  amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, comprensión de los demás, generosidad, fidelidad, humildad y dominio propio.  Si vivimos animados por el Espíritu, también dejémonos conducir por él.  Gal  5.16, 19-23, 25
La conversión constante que el Espíritu Santo produce en nosotros pasa desapercibida, pero sus frutos al ponerla en evidencia, lo testimonian.

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