viernes, 30 de diciembre de 2011

¿Qué espíritu tengo, argentino o cristiano?

Por haber nacido en este lugar y no en otro, tengo un espíritu de pertenencia que sicológicamente me hace participar del espíritu social argentino; tanto de sus defectos (idolatría, narcicismo, irresponsabilidad, falsedad, deshonestidad, fanfarronería, prepotencia, etc.), como de sus virtudes. Tengo la libertad de rechazar los primeros y de adherirme a las segundas. Esta libertad me la concede Cristo: El Espíritu del Señor me envió a dar la  libertad.  Lc 5.18
Si tuviera el espíritu cristiano, tendría el Espíritu de Cristo, que me hace participar de sus pensamientos y sentimientos.
Ambos espíritus deberían ser compatibles. En la Argentina, que  profesa la fe cristiana, su sociedad debería estar inspirada por el espíritu cristiano, pero no es así, lo que se convierte en una incongruencia.
Eso se llama incoherencia. La Palabra de Dios que nos llega a través de Pablo, lo explicita con detalles: Hacen profesión de conocer a Dios, pero con sus actos  lo niegan:  son personas  abominables, rebeldes, incapaces  de cualquier obra buena (Tit 1.16).    ¿Flor de piropo, no?
¿Cómo se llega a tener este espíritu?  Pablo lo aclara: son personas que dan la espalda a la verdad  (Tit 1.14).  La historia de nuestro país está llena de testimonios, porque es una sucesión ininterrumpida de hechos y conductas incoherentes.  ¿Será el momento de que tomemos conciencia como Nación, para proponernos salir de esta esclavitud?
Si me mueve el espíritu argentino,  -no de intención, pero si de hecho-  me convierto en anticristiano, pero si lo es el espíritu cristiano, soy el mejor  de los argentinos y quiero a esta bendita tierra y a su historia con el mismo amor de Dios, y espero en el Señor, la manifestación también aquí, en  nuestra Nación, de su pequeño rebaño,  el que Él se guardó para sí. 

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